Otra protesta contra Maduro paraliza Caracas y limita la actividad comercial

Otra protesta contra Maduro paraliza Caracas y limita la actividad comercial
Riot security forces move along a street during a strike called to protest against Venezuelan President Nicolas Maduro's government in Caracas, Venezuela, July 20, 2017. REUTERS/Fabiola Ferrero

Sectores enteros de Caracas permanecieron ayer cerrados en seguimiento del paro general de 24 horas convocado por la oposición contra el presidente Nicolás Maduro, en una nueva acción de protesta antigubernamental que atrancó las comunicaciones y provocó el cierre de buena parte de los negocios.
El paro –que buscaba aumentar la presión contra Maduro y llamaba a los ciudadanos a cerrar su calles– tuvo un seguimiento masivo en el este de la ciudad, un bastión opositor que despertó en la jornada de ayer con zonas enteras convertidas en territorios fantasma, y tuvo una repercusión desigual en el oeste popular, de más tradición chavista. 
Alcantarillas levantadas, alambres bien tensos y atados en los extremos, muebles, basura y ramas de árbol servían para bloquear vías en la parte oriental de Caracas, donde jóvenes encapuchados de la llamada “resistencia” al Gobierno impedían amenazantes el paso desde la autopista sin más excepción que las ambulancias. A poca distancia, en varios puntos y ya dentro de la autopista, contingentes de la policía militarizada Guardia Nacional esperaban agrupados, listos para actuar si los manifestantes decidían cortar la principal arteria de Caracas.

“Valdrá la pena”
A la altura del sector Las Mercedes, sobre la conmoción de las calles llenas de basura y destrozos, el viento agitaba una sábana escrita en letras negras: “Valdrá la pena”. Otra pintada en una pared llamaba sugestivamente a la protesta: “Tenemos hambre, ¿y tú?”. En el centro, gobernado por el chavismo, más de la mitad de los comercios tenían las persianas bajadas. Los vehículos circulaban con holgura y los grupos más numerosos en las aceras eran los jubilados que hacían cola para cobrar la pensión en los bancos.
Un panorama parecido se vivía en San Martín, ya en el oeste, que en su día se entregó con entusiasmo a la Revolución chavista. Varios vecinos se mostraron en desacuerdo con la huelga. “De la crisis se sale trabajando”, dijo Hugo Castillo, que no abrió ayer su empresa de organización de fiestas, situada en el este, por las dificultades de sus trabajadores para llegar y en previsión de posibles intimidaciones.
“Estoy cansada de estos ‘trancazos’. Trabajo en el este y ya falté varios días al trabajo. Los jefes amenazan con botarme”, declaró una joven que trabaja en mantenimiento.
Por la misma calle, frente a las tiendas cerradas de quienes se sumaron al paro y entre vendedores ambulantes que sí trabajaron ayer, aprobó la huelga Andreína Álvarez, que está embarazada y quiere que cambie el Gobierno porque no encuentra vacunas, leche o medicinas.
Cerca, en los sectores residenciales Montalbán y El Paraíso, el gris de las persianas metálicas era el color dominante en todas las cuadras. Ramas, escombros y bolsas de basura servían para cortar cruces cerca de una comisaría de la estatal Policía Nacional Bolivariana. l

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