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martes | 23 abril | 2024
La cumbre entre el presidente de Estados Unidos Donald Trump y el de Corea del Norte Kim Jong -un finalizó abruptamente y sin un acuerdo debido, según el magnate, a que el norcoreano exigió el levantamiento de las sanciones como requisito para la desnuclearización del país.
Este punto fue rectificado por el ministro de Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong-ho, quien aseguró que su Gobierno solo pidió un alivio parcial de sanciones, y no uno íntegro, durante la cumbre de Hanói entre ese mandatario y el líder norcoreano, Kim Jong-un.
“Hemos ofrecido desmantelar de forma permanente y completa todas las instalaciones de producción de material nuclear en Yongbyon, incluido el plutonio y el uranio, con la presencia de expertos estadounidenses y a través de operaciones conjuntas de los técnicos de ambos países”, aseguró el titular de Exteriores.
Corea del Norte condicionó esa oferta a que “Estados Unidos levante una parte de las sanciones de Naciones Unidas, en otras palabras, aquellas que afectan a la economía privada y al sustento del pueblo”, precisó.
Por su parte, el primer ministro japonés Shinzo Abe aclaró que respalda “totalmente” al neoyorquino por “no tomar el camino fácil” y desde Seúl lamentaron que la cumbre se haya saldado sin acuerdo pero resaltaron que sí se produjeron “progresos”.
Trump, justificó la decisión de terminar anticipadamente el encuentro con Kim Jong-un porque se llegó a la conclusión de que “no había nada bueno que firmar” porque el líder norcoreano insistía en el levantamiento de todas las sanciones, algo en lo que Estados Unidos no podía ceder.
El fracaso en Hanói pone también de manifiesto el riesgo que tiene el estilo negociador del Trump, que prefiere reuniones individuales con sus homólogos extranjeros haciendo que el trabajo previo de su administración no sea un valor seguro para alcanzar un acuerdo.
Carácter imprevisible
El carácter imprevisible de ambos líderes tampoco ayudó a asentar posturas. En el primer desencuentro se levantaron de la mesa, cancelaron el encuentro y anularon la comida que tenían planificada a continuación en el restaurante del hotel.
Sin embargo, el magnate insistió en que la cumbre “ha sido productiva” y en que mantiene “una muy buena relación” con Kim, pero “a veces hay que marcharse y esta ha sido una de ellas”.
Según explicó el mandatario, había documentos preparados para la firma, pero tanto él como el secretario de Estado, Mike Pompeo –quien estuvo negociando con Pyongyang y preparando la cumbre–, consideraban que cualquier cosa que se firmara no les iba a hacer “felices”.
Días antes a esta cumbre, el republicano había reducido deliberadamente sus expectativas y rebajado la presión sobre Pyongyang diciendo que “no tenía prisas” en lograr la desnuclearización total. Es más, dijo que “estaba contento” con el hecho de que Kim no realizara más ensayos nucleares.
