Clinton y Trump se juegan la Casa Blanca con una impopularidad récord

Clinton y Trump se juegan la Casa Blanca con una impopularidad récord
Trump y Clinton se saludan poco antes de comenzar uno de los debates televisados reuters/jim young

El sucesor de Barack Obama en la Casa Blanca será uno de los dos candidatos más impopulares entre los que los estadounidenses tuvieron que elegir en su historia. Tanto la candidata demócrata, Hillary Clinton, como el republicano, Donald Trump, no parecen ser del agrado de los electores, quienes podrían optar por quedarse en casa este 8 de noviembre o incluso optar por dar su voto a los candidatos minoritarios.
El último sondeo publicado ayer por “Washington Post” y la cadena de televisión ABC pone de manifiesto que la inmensa mayoría de los estadounidenses no ven con buenos ojos a los dos aspirantes a llegar a la Casa Blanca. Así, el 60% de los probables votantes ven de forma desfavorable a Trump y el 56% a Clinton.
Lo que muchos creían que iba a ser un camino de rosas de Clinton hacia la Casa Blanca resultó estar plagado de obstáculos. La antigua primera dama tuvo que pelear más de lo esperado para obtener la candidatura demócrata ante el senador Bernie Sanders, cuyo respaldo entre los jóvenes le permitió aguantar con opciones hasta bien entrado el proceso de primarias.
Una vez designada por la convención demócrata en julio, los sondeos daban a la antigua secretaria de Estado una cómoda ventaja, que aumentaba o se reducía mínimamente, en función de las declaraciones, frecuentemente polémicas, de su rival.
Por su parte Trump, que muchos confiaban en que rebajaría el tono una vez designado, mantuvo su carácter de confrontación con distintos sectores de la sociedad y se vio salpicado por varios escándalos, el último de ellos, la publicación de un vídeo de 2005 en el que hacía comentarios obscenos y denigrantes sobre las mujeres.
Aunque el vídeo generó una oleada de críticas, incluso entre algunos miembros del Partido Republicano que llegaron a retirarle su apoyo, y se produjo antes del segundo debate contra Clinton, no fue la puntilla a un candidato que fue denostado por buena parte del “establishment” republicano aunque finalmente se han visto obligados a respaldarle ante sus arrolladores resultados en las primarias.
De hecho, la caída momentánea experimentada por el magnate en los sondeos en los días posteriores pronto comenzó a recuperarse y entonces saltó una nueva sorpresa: el 28 de octubre el director del FBI, James Comey, anunció que su departamento iba a investigar una nueva batería de emails enviados por Clinton durante su etapa al frente del Departamento de Estado, a pesar de que en septiembre rechazó presentar cargos contra ella.
La noticia cayó como una bomba a menos de dos semanas para las elecciones, desenterrando el fantasma de los correos de Clinton que le persiguió durante toda la campaña y provocando una tromba de críticas hacia Comey, de quien se cuestionó incluso su intención de influir en el resultado del 8 de noviembre al hacer el anuncio y por la falta de base en la que sustentar la investigación. Todo ello para indicar este domingo nuevamente que no hay base para imputar a la antigua primera dama.

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