El urólogo acusado de homicidio imprudente se ratifica en su diagnóstico

El urólogo acusado de homicidio imprudente se ratifica en su diagnóstico
El urólogo acusado de homicidio imprudente por la muerte de un paciente con cáncer de vejiga que no detectó, se ha ratificado hoy en su diagnóstico en la vista celebrada en el Juzgado de lo penal 2 de Vigo. EFE

El urólogo acusado de homicidio imprudente por la muerte de un paciente con cáncer de vejiga que no detectó y al que dio el alta pese a que el laboratorio donde la víctima se hizo una citología de orina aconsejaba su seguimiento por anomalías en los resultados se ha ratificado hoy en su diagnóstico.

A.O.C. ha declarado en la vista celebrada en el Juzgado de lo penal 2 de Vigo que, al ver el caso con perspectiva, tras haber transcurrido casi ocho años desde la muerte del paciente, de 66 años de edad, y casi diez desde que empezó a tratarlo en su consulta privada, aún sigue pensando que hizo lo correcto.

El facultativo, para quien la fiscal pide dos años de cárcel, que la acusación particular eleva a tres, y cinco de inhabilitación profesional, ha explicado que tras dos consultas en febrero y marzo de 2003 y en base a otras tantas citologías diagnosticó al paciente una prostatitis crónica benigna y le pautó tratamiento antibiótico.

Ello a pesar de que en la segunda citología se recomendaba un control-estudio del paciente y pruebas adicionales como una cistoscopia, una endoscopia o una biopsia, al apreciar alteraciones celulares que "no se podían excluir con seguridad" que fueran cancerígenas, según ha declarado su autor en calidad de testigo.

Especialistas en urología y oncología y una forense citados como peritos han coincidido en que el acusado incurrió en "una mala interpretación" del informe de analítica y en que, "por prudencia", debió repetirla o bien realizar otras pruebas.

Añadieron que sobre todo, eso debía hacerse en vista de los antecedentes del paciente, fumador empedernido y sometido a una prolongada exposición a productos cancerígenos al ser pintor de profesión; unos datos que, sin embargo, el acusado no hizo constar en su historial clínico.

Como la víctima volvió a su consulta dos años más tarde, en junio de 2005, con unos síntomas similares, como fiebre, malestar general o escozor al orinar, su diagnóstico fue el mismo: inflamación de la próstata.

Solo pidió dos ecografías, pues consideraba que "no había más pruebas que hacer", y en la segunda no pudo comprobar el estado de la vejiga porque estaba vacía, pese a lo cual no la ordenó repetir, lo que un perito especialista en urología ha calificado como "inexplicable e injustificable".

Máxime porque, al cabo de cuatro meses, otro especialista al que acudió el paciente, para tener una segunda opinión, le detectó un tumor de 6 centímetros de largo y 2,3 de grosor del que fue operado a los pocos días, pese a lo cual acabó falleciendo.

A.O.C. ha argumentado que los tumores de vejiga son "muy virulentos", por lo que pudo pasar desapercibido en las pruebas que realizó, y que su principal indicativo es la presencia de sangre en orina, en más del 80% de los casos, y sin embargo no se detectó en las dos citologías.

La forense ha avalado que este tipo de cáncer en concreto "cambia de estado muy rápidamente", mientras que una especialista en oncología ha dicho que es "imposible" que en tan poco tiempo pudiera crecer tanto de tamaño, sino que al contrario tuvieron que pasar "años".

La acusación considera que A.O.C. "no puso los medios adecuados" a disposición del paciente, al que "abandonó a su suerte" con una actuación marcada por "la desidia, la pasividad y la rutina", mientras que la fiscal cree que hubo "mala praxis" y una relación causal con el fallecimiento.

Mientras, la defensa sostiene que no existe dicha relación y que todos los indicios que manejó su patrocinado "llevaban a deducir que no había tumor".

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