Dos encapuchados amordazan y apalean a un hostelero para robarle 13.000 euros

Dos encapuchados amordazan y apalean a un hostelero para robarle 13.000 euros

Un hostelero de 63 años de edad se recupera todavía de las heridas que le provocaron dos encapuchados el pasado día 5 de este mes, cuando entraron en su casa, en el municipio lucense de Outeiro de Rei, y, después de atarlo y amordazarlo, lo golpearon con saña y se llevaron el dinero que guardaba en la vivienda, unos 13.000 euros, según su testimonio.

Los hechos ocurrieron en torno a las diez de la noche, cuando el hostelero cerró el mesón que regenta en las inmediaciones del centro penitenciario de Bonxe y subió a su vivienda, situada en la segunda planta del mismo inmueble, donde ya lo esperaban dos encapuchados, vestidos totalmente de negro.

"Por la parte de atrás tenía la casa abierta y cuando entré, había dos individuos en el cuarto de aseo. Nada más verme, comenzaron a manotazos contra mí. Me ataron en la habitación y me arrastraron hasta el pasillo. Después me encharcaron en agua y me dejaron abandonado panza arriba", explicó el hostelero en declaraciones a EFE.

Según el testimonio de la víctima, ambos asaltantes se ensañaron con él y le propinaron numerosos golpes por todo el cuerpo, provocándole una serie de lesiones que le obligaron a acudir al hospital y que lo mantienen de baja desde el día de la agresión.

De hecho, todavía no ha vuelto a abrir el mesón que regenta. "Pensé que iban a matarme y yo les dije más de cuarenta veces que me matasen de una vez, para no sufrir tanto, porque me estaban pegando patadas en las costillas y en la espalda, con ganas. En la cabeza también me pegaron, pero no tantas, y tuve suerte de que no me diesen a la altura del corazón, porque llevo un desfibrilador y podrían haber roto la maquina", precisó.

Con respecto a los asaltantes, aclaró que "sólo hablaba uno", pero "dijeron lo mínimo" y "entre ellos no pronunciaron ni una palabra".

Se limitaron a pedirle el dinero y, por lo que pudo escuchar, tiene la impresión de que el acento "era de fuera".

El hostelero agredido reconoce que todavía tiene "el bar cerrado", porque no está "en condiciones" de trabajar, pero asegura que volverá a abrirlo cuando se encuentre bien, porque "en la vida hay que afrontar las circunstancias que vengan".

"Intentaré cerrar bien la casa. Encargué rejas para toda la vivienda, pero no voy a marcharme de mi propia casa", concluyó.

Dos encapuchados amordazan y apalean a un hostelero para robarle 13.000 euros

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