Noventa bailarines aspiran a ser “La Bella Durmiente”

Noventa bailarines aspiran a ser “La Bella Durmiente”
Los aspirantes se enfrentaron a una demostración libre pedro puig

En la sala de espera, los aspirantes a sacar un boleto para la nueva temporada del Centro Coreográfico Galego calentaban junto a los que ya habían salido a la pista, que estiraban y dibujaban con su cuerpo 180 grados con la naturalidad de quien lo hace sin pensar. Allí, Irene Barrera miraba desde la puerta a sus rivales. Directa desde Sevilla con otras cinco bailarinas más, la andaluza confiaba en sus posibilidades, pero confesaba que entre los 90 que pasaron ayer por el polideportivo de Elviña había nivel.
Llegados desde distintos puntos de España y otros países de la Unión Europea, los candidatos ofrecieron sus habilidades para la danza clásica y contemporánea ante la atenta mirada de un jurado, donde se encontraba Christelle Horna. La exbailarina de la Compañía Nacional de Danza será la encargada de darle un toque actual a “La Bella Durmiente”, junto a la actual directora del CCG, Mercedes Suárez, para convertir el clásico en el próximo reto de la compañía gallega.
Antes, los doce elegidos tendrán que llevar al teatro Colón la anterior producción “Quebranoces”, los días 6, 7 y 8 de diciembre para encerrarse a ensayar un ballet al que le darán una vuelta y para el que contarán con los alumnos de los conservatorios y la participación de la Sinfónica en la ciudad. En concreto, A Coruña será el escenario de ocho representaciones didácticas y dos para el público en general en el mes de febrero. Para dar paso a una pieza contemporánea que estrenarán entre marzo y abril.
Es por eso que los expertos buscaban ayer en la sede del Centro Coreográfico un perfil que dominase el clásico, pero que también tuviera soltura en danza moderna. La responsable comentaba que además de los doce titulares, escogerían a otros doce suplentes con los que asegurar la totalidad de funciones programadas.
Mercedes Suárez confirmaba que había un diez o quince por ciento que destacaban por encima del resto y que la clave estaba en la demostración libre fijada para la tarde. Una prueba que el sevillano Jorge Millán esperaba con ganas. El bailarín llevaba dos días en la ciudad  y enseñaba su sonrisa al imaginarse unos cuantos meses en la otra punta del mapa.
En su caso, al haber menos chicos tenía más posibilidades. Lo mismo pensaba su contrincante Marcel Casablanca. A sus 19 años, aseguraba que le quedaban muchos años por delante. Por eso, no se desesperaba al ver que estaba complicado. Con dos pies en el conservatorio catalán, el joven estaba contento. Se lo había pasado tan bien bailando que no pensaba en nada más.

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