El mayor robo de arte de EEUU sigue siendo un gran misterio

El mayor robo de arte de EEUU sigue siendo un gran misterio
Los ladrones se hicieron pasar por policías para entrar al museo | aec

Salvo sorpresa de última hora que acabe con el misterio, el 31 de diciembre caduca una millonaria recompensa para quien arroje luz sobre el mayor robo de arte de Estados Unidos.
Desde una noche de marzo de 1990, continúa sin resolverse la autoría y la ubicación del mayor botín artístico birlado en los más de dos siglos de historia del país, que fue perpetrado en el Museo Isabella Stewart Gardner, de Boston. En una desesperada apuesta por iluminar los oscuros 27 años de investigación, el centro museístico lanzó en mayo una tentadora oferta de 10 millones de dólares para quien dé una pista, un resquicio de esperanza que les permita recuperar las trece obras únicas extraídas del museo.
Disfrazados de policías, los dos ladrones consiguieron aquella madrugada acceder al edificio y acometer el golpe tras engañar y amordazar al guardia de seguridad, que siguió atado hasta la llegada de la Policía la mañana siguiente. 81 minutos fue el tiempo que se tomaron para ejecutar el robo, en el que contrastó su destreza en el hurto con su ínfimo conocimiento artístico, ya que acuchillaron las pinturas robadas para sacarlas del marco y, además, dejaron en su sitio preciados cuadros de Rafael o Tiziano.
El FBI dijo en 2013 que había identificado a los ladrones como mafiosos de Boston, quienes no se alejaron mucho de Massachusetts e intentaron hacer caja en Connecticut y Filadelfia. Nada se supo más allá de eso y dos años después el FBI informó de que los dos sospechosos habían fallecido. Tres cuadros de Rembrandt, cinco de Degas, uno de Vermeer, uno de Manet y otro de Govaert Flink, así como un matraz de bronce de la dinastía china Shang y un remate bronceado con forma de águila que coronaba una bandera de seda napoleónica conforman la lista de las trece escurridizas obras. Hasta el último segundo de 2017, el museo estará pendiente de que suene el teléfono con una llamada de alguien cuyos recuerdos, refrescados por la jugosa recompensa, ayuden a esclarecer el enigma.

El mayor robo de arte de EEUU sigue siendo un gran misterio

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