¿Es la bajada del IVA del arte primordial?

El Gobierno central anunciaba a finales del mes de enero la bajada del IVA en la compraventa de arte. El impuesto pasaba de aplicarse un 21% en transacciones relacionadas con la creación a un 10% para situar a España al mismo nivel de otros países como Alemania e Italia. Aunque la noticia fue asimilada por el sector con satisfacción, lo cierto es que las consecuencias no son tan positivas como era de esperar.
Las galerías quedan excluidas de la medida, de la que sí se beneficiarán los artistas y vendedores particulares. Desde Vilaseco Hauser, apuntan a que lo que en principio parecía afectar a espacios como el suyo no se entendió bien, si bien “parece que ya se confirmó que podremos facturar con el régimen especial que supone un 16%”.
Así es que lo que se suponía que iba a ser un impulso para las salas expositivas de la ciudad, lo es para los que ponen su firma en el lienzo, algo tan necesario para ellos como que revisen la cuota de autónomos, explica el ilustrador y pintor Carlos Arrojo. Antes que bajar el IVA en el arte, para el coruñés está aplicar menos porcentaje en los alimentos básicos o evitar que las facturas de la luz y electricidad se disparen.
Es por eso que a pesar “de que cualquier bajada es siempre bienvenida”, el descenso del 21 al 10% “suena un poco a pitorreo”. Para Óscar Cabana, conocido por el lado industrial que le sabe sacar a la ciudad con su pincel, la novedad es “tan buena como necesaria” porque desde que empezó a vender, pasó de un incremento del 7 al 8%, “lo cual era asumible e incluso respetable por el momento de crisis actual”.  Pero de ahí subió al 21%, una aplicación “durísima” que se convirtió en la puntilla para muchas galerías y empresas del sector.
Ante las noticias de corrupción que asedian los informativos todos los días, añade Cabana, la sensación es que los trabajadores honrados son al final los que pagan. Para él, la mejor manera de ayudar es aminorando el placaje de ciertos impuestos, sobre todo a jóvenes y emprendedores. De ahí que debería haber, en su opinión, muchas más ayudas y subvenciones. Sobre las que hay, el pintor opina que muchas veces parece que se redactan las bases “para que nadie lo cumpla en vez de facilitar las cosas”.
En general, reducir el IVA tendría que materializarse en todas las actividades culturales, según Cabana. “No se debería quedar aquí” porque “nuestra identidad está en la cultura”, observa. Es tan importante esto como que se repartan mejor los recursos cuando los artistas no sobreviven económicamente en el mercado y se cierran galerías, salas de conciertos y biblioteca, pero en cambio –señala Óscar– “se está gastando muchísimo dinero en la construcción de macroedificios que se quedan vacíos”.
Por su parte, desde la galería Arte-Imagen opinan que el hecho de que los profesionales como ellos queden exentos de la reforma acabará por fomentar “la venta directa entre artista y cliente hundiendo cada vez más el trabajo de los galeristas”.
Beatriz Pardo reivindica su papel porque el que cuelga cuadros de una pared está “promocionando al creador, lo hacemos accesible al público” en un mundillo donde “las ventas paralelas” ya estaban perjudicando mucho a los que tienen un bajo dedicado al arte.
Esto es para la experta “injusto y desproporcionado” porque “¿en qué cabeza cabe que se aplique a unos un 10% y otros tengamos que facturar el 21% por la misma obra?”. A las puertas de una feria como Arco, Beatriz tilda de “vergonzoso” que los españoles tengan que afrontar un 21% y que el resto, una media que oscila entre el 6 y el 10%.