La solidaridad se traslada al mercado del alquiler perdonando el pago de cuotas

La solidaridad se traslada al mercado del alquiler perdonando el pago de cuotas
GRAFCAV3696. PAMPLONA, 20/03/2020.- Un niño juega con su patinete en la terraza de su vivienda en una jornada previa al fin de semana cuando se cumplirá ya una semana del estado de alarma decretado en toda España que limita el movimie

Santi, que no pudo terminar las gestiones para instalar la terraza en su bar de Madrid, se levantó el martes con un mensaje de su casera: “No te preocupes, estás exento de pagar el alquiler en abril”. A 300 kilómetros, en Zaragoza, Félix le dijo a su inquilina, ahora sin trabajo: “Estos dos meses no me los pagues”.

Ejemplos de solidaridad en un momento en el que el estado de alarma por el coronavirus sembró de incertidumbre las casas de muchos ciudadanos que se quedaron sin trabajo o tuvieron que bajar la persiana en sus negocios y tienen que seguir pagando el alquiler.

Más allá de las medidas tomadas o por tomar de administraciones locales en materia del alquiler, historias como las de Santi, Félix o Ana y Jorge enseñan, probablemente sin quererlo, que echar una mano al de al lado, para quien pueda permitírselo, es más necesario que nunca. Son numerosos los casos a lo largo y ancho del país de caseros que perdonan meses de alquiler o de ayudas de otro tipo.

Una casa en Teo 
El de Ana es un caso singular, pero también muestra que hay personas que intentan hacer un poco menos duro el encierro del otro. A ella, que sufre de claustrofobia, nunca le había entrado el “yuyu” del agobio porque no solía coincidir mucho tiempo en casa con su pareja y su niña, que tiene dos años.

Sin embargo, comenzó a sentir “angustia” poco antes del estado de alarma que obligó al confinamiento, cuando ya se empezaba a extender ese “quédate en casa”, un lema que Greta, su hija, como la mayoría de niños, ni entiende ni quiere entender. “Solo veo paredes”, llegó a decirle a un compañero de trabajo y amigo.

Jorge, así se llama su amigo, no dudó: “Me llamó dos o tres veces. Que no nos lo pensásemos, que le habían anulado todas las reservas de marzo y abril en la casa que alquila en Teo (A Coruña), a escasos kilómetros de la nuestra, y que nos trasladásemos allí”. “Estoy agradecidísima”, confiesa Ana, aunque con cierto apuro, consciente de que su historia es menos grave que la de muchas otras personas.

La solidaridad se traslada al mercado del alquiler perdonando el pago de cuotas

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