Reivindicaciones de la amistad parlam entaria

Reivindicaciones de la amistad parlam entaria
Ana Pastor y Gloria Elizo esperan la llegada del rey | aec

El líder de Juventudes Socialistas, Omar Anguita, se convirtió en diputado el 4 de febrero; el líder de Nuevas Generaciones del PP, Diego Gago, le felicitó en Twitter; Anguita respondió con el mismo tono afectivo...

En la memoria se quedan cómodamente las enemistades, que resisten mejor las crónicas. Ejemplos hay numerosos.

Quizá no esté de más reivindicar algunas muestras de lo contrario para darse cuenta de que si el Congreso y el Senado funcionan es porque diputados, diputadas, senadores y senadoras son capaces de acortar la distancia política gracias eso que llamamos “buen rollo”.

Una de esas “extrañas parejas” fueron José Antonio Bermúdez de Castro y Txiki Benegas. El veterano diputado del Partido Popular conoció a histórico dirigente del socialismo vasco, fallecido en agosto de 2015, gracias a densas negociaciones parlamentarias.

Precisamente aquellas largas sesiones de conversaciones y papeleo sobre la financiación de los partidos políticos y la reforma de la ley electoral labraron una amistad que solo el cáncer de Benegas pudo quebrar.

Un año después de su muerte, la Fundación Pablo Iglesias publicó “Txiki Benegas, un hombre de bien”, editado por el ayer secretario general del grupo socialista, Rafael Simancas. Escriben en el libro Pedro Sánchez, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero y una larga lista de cargos socialistas. Y Bermúdez de Castro.

Su artículo empieza así: “No es fácil encontrar un compañero de viaje en un adversario político. Pero Txiki era diferente”.

 

Voy a tu despacho

Simancas subraya la dificultad de desarrollar la tarea parlamentaria si no se tejen lazos de confianza, sintonía, acaso la amistad. Con Guillermo Mariscal, su homólogo en el grupo popular, la idea es más o menos ésa.

No se trata solo de alcanzar acuerdos políticos, sino también de favorecer el día a día de una institución como el Congreso, y ello requiere teléfonos con la batería cargada las 24 horas.

 

Los puentes invisibles

Mariscal coincide en que sin esa capacidad de diálogo, el parlamentarismo se deshace. Emplea una metáfora: el Congreso avanza por “puentes visibles y por puentes invisibles”.

En las conversaciones telefónicas, en las reuniones en los despachos y en los cafés se perfilan esos puentes “invisibles”.

El propio Mariscal es “íntimo” de un diputado que ya no está pero que estuvo muchos años: Carlos Salvador, de UPN.

La vicepresidenta tercera del Congreso, Gloria Elizo, de Unidas Podemos, aterrizó en la Cámara cuando el bipartidismo tiritaba. Las elecciones de 2015 dejaron un hemiciclo con dos grupos poderos más, completamente nuevos: Podemos y Ciudadanos.

Ella representó a su partido en la Mesa, cuya composición se desmoronó por la repetición electoral. Tras los comicios de junio de 2016 Ana Pastor fue la presidenta. Elizo pronto distinguió la figura política de la personal.

“De Ana admiro la capacidad que tuvo para amalgamar posiciones políticas tan diversas; tuvo claro que la prioridad era defender la esencia democrática de la institución”, recuerda Elizo.

Cuando Pastor dio su discurso de despedida, en marzo de 2019, Elizo lloró. Se le juntaron muchas emociones. “Era el comienzo de otro ciclo”, rememora la política de Podemos.

A la espera de ver cómo se desenvuelve Vox, que acaba de llegar, o los diputados de grupos minoritarios, casi todos novatos, el Congreso atraviesa una de esas etapas que huelen a decisivas.

La presidenta, Meritxell Batet, repite llamamientos al respeto quizá consciente de que la fractura entre los bloques izquierda-derecha se ensanchó demasiado.

La tensión siempre ha estado presente en la Cámara, hay quienes recuerdan que Rafael Hernando y Alfredo Pérez Rubalcaba casi llegaron a las manos.

Sin embargo, el Congreso sigue, la política sigue. Esos puentes visibles e invisibles. ¿Cómo será el futuro?

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