Conexión Gaiás

Conexión Gaiás

Querido amigo:
Han pasado ya seis años desde que fue inaugurada la Cidade da Cultura, el mastodóntico e incompleto complejo que soñó Fraga a finales de los noventa tras quedar embelesado por el Guggenheim de Bilbao. Desde entonces se siguen buscando soluciones a dos problemas capitales que desangran al monumento en su día llamado a competir con la catedral: las malas conexiones y la falta de contenido. En lo primero están ahora muy implicadas las administraciones. Subsanar lo segundo... está por ver. Y es que la Cidade da Cultura es como si a un Ferrari le pusiesen un motor de un dos caballos: espectacular por fuera pero sin potencia por dentro.

Por faltar, al complejo le faltan dos de los seis edificios proyectados por Peter Einsenman: el Teatro de la Ópera y el Centro de Arte Internacional. La Xunta los paralizó definitivamente en 2014 para cerrar el grifo del despilfarro y evitar comparaciones odiosas con otras infraestructuras fallidas de los años de bonanza, como el aeropuerto de Ciudad Real. Esos espacios se están humanizando con lagunas y jardines.

Un viejo anhelo
Ahora solo falta llegar a ellos. La cima del Gaiás está a dos kilómetros del casco urbano. Dos kilómetros sobre el plano. Muchos más en la práctica, pues en coche solo se puede acceder por una única vía de no muy fácil acceso para los que no conocen Santiago. La AP-9, esa gran columna de asfalto que vertebra Galicia de norte a sur, pasa a escasos metros del complejo... pero desde ella no hay accesos a la Cidade da Cultura. Ese viejo anhelo está a punto de resolverse.

El enlace está previsto que se termine a mediados de 2018. El Gobierno central se hará cargo de la construcción del vial, que costará casi 4 millones de euros, y la Xunta acometerá las expropiaciones de los terrenos: casi 100 fincas. En los últimos meses parece que hay un compromiso firme por acometerlo.


El resultado será una vía de alta capacidad que no solo conectará la AP-9 con la Cidade da Cultura, sino también el Gaiás con el casco urbano a través del barrio de Fontiñas. Será otra puerta y salida de la ciudad, que a su vez permitirá descongestionar el tráfico del centro.
Al enlace con el Gaiás hay que sumarle la ampliación en curso de la AP-9 en el tramo de circunvalación de la capital gallega. Más carriles durante 8,5 kilómetros que presumiblemente se estrenarán a finales de verano.

En el cajón, sin embargo, queda el teleférico del que tanto se habló para conectar la Cidade da Cultura con el centro. A cambio, desde mayo de 2016 existe un acicate para trepar a pie por la empinada ladera del Gaiás: el Bosque de Galicia. Más de 7.000 árboles de especies autóctonas salpican los 3,2 kilómetros en sendas que conducen desde las brañas del Sar hasta la cima. Aunque hay un problema: por ahora los árboles no dan sombra. Un inconveniente para lanzarse a la aventura si hace un sol de justicia. En cualquier caso, cada vez se ven más personas paseando por el nuevo pulmón de Santiago, que, según anunció la Xunta hace unas semanas, será ampliado hasta llegar a los 12.000 árboles y 32 hectáreas de extensión.

El coste para ello será “contenido”, como lo definió Alberto Núñez Feijóo: unos 600.000 euros que parecen calderilla si se comparan con otras de las cifras de la Cidade da Cultura. Desde los 108 millones presupuestados en 1999 a los 300 que se acabaron gastando una década después hasta los 1.300 euros de limpieza diarios para, entre otras cuestiones, adecentar más de 210 inodoros y 160 lavabos. Cifras que contratan con la más modesta de visitantes: algo más de 1.300 a la jornada.

Pero además de las conexiones, queda el lastre de la programación para que la Cidade da Cultura no sea solo un bonito envoltorio. Reducidas conferencias y conciertos para apenas 200 personas se entremezclan con exposiciones más o menos atractivas, pero en cualquier caso insuficientes para movilizar a un gran numero de personas. Para darle vida al complejo, también se creó un vivero de empresas. Sin embargo, el relevo, a finales de 2016, de la directora de la Fundación Cidade da Cultura da muestras del cambio de rumbo que busca la Xunta.

Bajamos ahora desde el Gaiás hasta Raxoi pasando el vetusto barrio de Sar y alcanzando la zona vieja por la bacheada Castrón Douro. Allí, el alcalde ultima su obra maestra: la remunicipalización de los servicios de la Ora y la grúa, un proyecto que tiene entre ceja y ceja como salida a la anulación de la adjudicación que Conde Roa hizo a Setex Aparki, con la Pokemon como telón de fondo.

Veintiséis informes
Tras 26 informes está lista para ir a pleno, donde contará previsiblemente con el apoyo del BNG. El gobierno de Compostela Aberta acelera para que llegue antes de la aprobación de los PGE, ya que una disposición añadida por Montoro impide que los empleados de una concesionaria rescatada se puedan integrar como trabajadores públicos.

En esta batalla, Noriega y el alcalde de Valladolid, el socialista y sanchista Óscar Puente, que vio cómo el Gobierno le recurrió su remunicipalización del servicio de aguas, compartieron un acto hace unos días para denunciar las zancadillas del ejecutivo Rajoy a estos procesos.

No sabemos cómo le habrá sentado a Paco Reyes, líder socialista compostelano, que nunca se mostró muy por la labor de apoyar el proyecto estrella de Noriega.

Por lo demás, casi huelga decir que la Semana Santa trajo un aluvión de visitantes. Y los que vendrán. Aunque esa será otra historia.

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