“La cirugía ortopédica es un área de la medicina que encaja con mi temperamento”

Miguel Cabanela González-Seco (Mondoñedo, 1942) es uno de los grandes de la cirugía de cadera y rodilla. Hoy es un hombre  popular después de haber sido requerido para resolver los problemas médicos del rey y colocarle ayer la prótesis de cadera definitiva en una segunda intervención quirúrgica. Tras la intervención del 24 de septiembre el doctor estimó en seis semanas el periodo de tiempo que el monarca tardaría, después de esta segunda intervención, en volver a caminar con normalidad. Gracias a su paisana Enriqueta Rivas el doctor Cabanela concedió una entrevista a A Saúde, la revista del Colegio Médico de A Coruña.

¿Qué recuerdos guarda del Mondoñedo de su infancia?
Mondoñedo era una ciudad levítica, con poco movimiento. Recuerdo con agrado a mi padrino, Álvaro Cunqueiro. En mi memoria están los paseos que daba por las tardes con él y con su hijo César, las historias que nos contaba y la forma amena que tenía de hacerlo. Creo que tuve una infancia normal para un niño de la posguerra, en un ambiente familiar totalmente apolítico, tranquilo y sosegado. Mi padre había luchado con el bando de Franco, pero fue un hombre que jamás hablaba de política en casa.

¿Qué vinculación guarda con la ciudad que le vio nacer?
Me fui de allí muy joven, a los quince años. Al principio, volvía todos los veranos, después fui espaciando las visitas, pero no dejé de ir mientras vivieron mis padres que, por suerte, fue mucho tiempo. Aún ahora, cada vez que voy a España intento hacer una visita a Mondoñedo.

¿Qué recuerdo guarda de sus estudios primarios y medios?
Teníamos profesores privados. Recuerdo que mi maestro de matemáticas era el jefe de Telégrafos, José González, un tipo estupendo. El de latín, Francisco Fanego, era profesor del seminario, y de los que pensaban que la letra con sangre entra. Pero, en general, mi infancia y mi adolescencia fueron bastante normales. Si he de destacar algo, sería el gran esfuerzo que mi madre hizo para que yo estudiase. Quizás, es gracias a ella, con su empuje, y a mi padre, con su ejemplo, que el trabajo siempre ha sido importante para mi.

¿Por qué estudió Medicina?
Cuando estaba estudiando bachillerato, lo que me tiraba eran la ingeniería o la arquitectura, porque me gustaban mucho las matemáticas, y creía que se me daban bien. Pero, al llegar a la universidad, me di cuenta enseguida de que lo mío era lo biológico. Quizá debido a la influencia de mi padre, que era cirujano general. Él trabajaba muchas horas, y nunca tuvimos una relación muy cercana. Pero, retomando su pregunta, creo que el ejemplo de mi padre influyó para que yo optase por la Medicina. Y una vez que empecé, comprobé que realmente era lo mío.

¿Y por qué se decantó por la cirugía ortopédica?
Me gustaba hacer cosas con las manos, y mi primera idea era ser cirujano general, como mi padre. Pero cuando vine a hacer mi entrenamiento a Estados Unidos, en mi primera rotación, caí en manos de un cirujano ortopédico judío, enorme de cuerpo y de mente. Fue una de las personas que más me han ayudado en toda mi vida. Y, entre otras cosas, me hizo ver la especialidad de una manera muy distinta a como me la habían explicado. Es un área de la medicina que encaja con mi temperamento, por ser muy mecánica y concreta.

¿Cómo era la universidad cuando llegó a Santiago para cursar Medicina?
Era el período posterior a la Casa de la Troya. La gente estaba más concienciada de que a la universidad se iba a estudiar y a formarse, aunque había un grupo que seguía viviendo, por así decirlo, a la antigua. En la facultad de Medicina, por lo menos, se trabajaba bastante. Había un ambiente cordial y agradable, bastante sano, que reforzaba el hábito de estudio. Yo me esforcé mucho en Santiago, pero también disfruté bastante.

¿Cómo le llamaron para intervenir al rey?
Sin entrar en detalles, tuve contacto con su majestad en el pasado. Nos conocíamos y por eso me llamaron. El resto de los datos ya han sido más que repetidos en la prensa española.

¿Cuál es su relación con el Jefe de Estado?
Muy buena. Es una persona entrañable, con la que la conversación es fácil. Me alegra haber podido serle útil.

Por lo que dicen los partes médicos, parece ser que son optimistas con respecto a la evolución de don Juan Carlos
Hasta ahora, todo se ha desarrollado como esperábamos.

Han elegido un centro privado para intervenir a su majestad y, como usted sabe, se ha montado la correspondiente polémica. ¿Cuáles han sido los criterios de selección?
Preferiría no opinar sobre eso. En Madrid había varios hospitales públicos y privados que eran perfectamente capaces de manejar un problema como el de su majestad. La decisión se basó en factores con los que yo tuve poco que ver. De todos modos, creo que la polémica no está justificada. En primer lugar, el rey es muy libre de elegir dónde quiere operarse. Y, en segundo lugar, don Juan Carlos no tiene Seguridad Social, por lo que seguro que también sería criticado si optase por un centro público, por usar material y recursos para los que no había cotizado.

El hecho de haber sido elegido para esta operación, ¿ha supuesto algún trastorno en su vida personal?
Fueron tres semanas bastante intensas, pero no han cambiado mi vida. Tengo 71 años y a esta edad la carrera de uno ya está hecha.

¿Han aumentado las solicitudes de pacientes que piden ser atendidos por usted?
Sí, es una reacción muy humana. Los pacientes son bastante influenciables por este tipo de detalles externos. Habitualmente recibo muchas consultas de compañeros y pacientes de España, y de otras partes del mundo, porque he viajado mucho y tengo amigos en todas partes. Pero en estas últimas dos semanas, el número de solicitudes se ha duplicado (ríe). Además, soy bastante compulsivo y nunca dejo un correo profesional sin contestar.