Abogan por “repensar” las medidas de austeridad para impulsar la economía gallega

El Foro Económico de Galicia presentó ayer su segundo informe de coyuntura de este año 2016, en el que constata que la comunidad está convergiendo con España, aunque no al ritmo esperado. Así pues, los economistas que firman este estudio apuestan por “repensar” los planes de internacionalización y las medidas de austeridad puestas en marcha por la Xunta para favorecer el crecimiento.
El coordinador de este trabajo, Fernando González Laxe, subrayó que la situación económica de Galicia presenta “luces y sombras”, pues, por ejemplo, el ritmo de crecimiento ha sufrido “una pequeña ralentización” tras seis trimestres consecutivos de aumentos. 
Asimismo, en cuanto al diferencial con España, valoró que “se reduce”, pero observó que los efectos de la crisis no se están superando al mismo ritmo.
Otro punto que señaló es que esta autonomía “no está aprovechando las condiciones favorables” que se dan ahora mismo para el crecimiento, tales como la caída en el precio de las materias primas y el petróleo y los bajos tipos de interés.
En cuanto al primer trimestre de este año, el expresidente de la Xunta indicó que la demanda interna ha sido “el principal motor del crecimiento”, si bien esta ha sido “inferior” a la del conjunto del Estado. Relacionó este extremo con dos factores: los “bajos” salarios y pensiones de Galicia y la “reducida” productividad de las empresas y trabajadores.
Comentó que la demanda externa se ha comportado “muy bien” en Galicia, básicamente en los sectores de la automoción, el textil, el pescado y las conservas, pero advirtió de que el comercio se produce casi en exclusiva con los países europeos y no con las denominadas economías emergentes. Es por ello que abogó por “reorientar” el comercio exterior de la comunidad.
Por su parte, José Francisco Armesto abordó la situación del mercado de trabajo para plantear que, si bien la ocupación aumenta y el desempleo baja, existen elementos que conducen a “un optimismo moderado”.
Entre ellos, citó la caída de la población activa y la subida en el número de hogares sin ingresos como circunstancias sobre las que “los políticos deberían actuar”. Máxime, recalcó, cuando buena parte de los posibles trabajadores que desaparecen se ubican entre la franja de edad de 25 a 34 años: los “teóricamente mejor formados”.