Sinfonía en naranja

Sinfonía en naranja
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Diez minutos de ‘relax’ y 30 de rodillo. Así se anotó su octava victoria del curso un Basquet Coruña que no deja de crecer desde la defensa para atacar cada día un poco mejor.

El ataque, la principal virtud del Lucentum Alicante, asomó por Riazor durante diez minutos, los primeros, cuando los pupilos de Sergio García hicieron huelga de su principal virtud, la defensa. La otra clave del 24-31 inicial fue el terror que sembraron en la pintura los 215 centímetros y los interminables brazos de Bamba Fall (6 tapones en el partido).

En el segundo acto, Blackwell le tomó la distancia al pívot senegalés y, junto con un certero Djuran (4 de 5 en triples) que había sostenido al equipo en los minutos finales del primero, dieron la vuelta a la tortilla con un 10-2.

La defensa naranja comenzaba a asifixiar, pero el Alicante encontró un salvavidas en Onwenu, que hizo mucho daño anotando tras rebote ofensivo. Un arreón final, con parcial de 6-0, mandó el choque al descanso con solo un triple de diferencia (46-43).

 

El muro

Y la defensa se hizo muro a la vuelta de vestuarios: cuatro minutos largos sin anotar el Alicante llevaron al BC a su primera renta de dos dígitos (53-43), tras el primero de los tres triples que –sin fallo– enroscó Maiza en un periodo donde los locales forzaron muchas falta de tiro. Con dos libres de Green rozó el Coruña la veintena de ventaja (69-51). Y el técnico visitante, Pedro Rivero, pareció izar la bandera blanca. Ni Fall ni Onwenu volverían a asomar por el rectángulo.

Con 75-59 arrancó el trámite final, en el que el Basquet Coruña se gustó ante un rival derrotado y entregado. La ventaja no dejó de crecer hasta alcanzar un tope de 29 puntos (98-69) tras dos libres convertidos por Thiam. El propio pívot senegalés cerraría el partido con un mate a la contra que elevó los tres dígitos al casillero local, una canasta celebrada en pie por la grada.

Como celebró el tardío ingreso en cancha de un Carlos Martínez que no parece contar para García pese a su buen rendimiento con escaso minutaje. La otra nota negativa fue el ostracismo –no se le vio cojeando ni dolido– de Bulic, que jugó dos minutos y medio en el primer cuarto, cometió dos faltas, volvió al banquillo y de él no volvería a salir.

Lo positivo, que fue mucho más, el nuevo salto de calidad a ambos lados de la pista y un hecho inusual en competiciones fuera de la NBA: cinco jugadores en dobles dígitos... y tres que los rozaron. Los ocho que no fueron en anotación, sí lo fueron en valoración, con Sean Smith (19) como tope. Una barbaridad estadística, que certifica el carácter coral de este Basquet Coruña.

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