La selección checa sumó su primer punto en la Eurocopa de Francia de forma sorprendente ante Croacia, después de igualar el marcador en unos compases finales de locura en los que los ultras volvieron a salir a escena con el lanzamiento de bengalas al césped de Saint-Dennis, que obligaron a detener el partido.
El combinado croata dio pie a la sorpresa después de un arranque que confirmó su gran estado de forma, con Modric llevando el timón frente a un rival excesivamente defensivo. Sin embargo, a partir de su salida del campo, el plan croata se vino abajo y dejó escapar el billete a octavos en unos minutos finales en los que dos tantos checos sacaron los colores de una selección que quedó en evidencia.
Del mismo modo que en su estreno contra España, los checos se armaron atrás con el objetivo claro de mantener su meta a cero, concediendo el peso de la posesión a un contrincante.
Tras un fallo de Plasil en la salida de balón, el combinado balcánico construyó un contragolpe en escasos toques que resolvió Perisic con un zurdazo.
De nuevo, República Checa pagó caro su falta de claridad en la creación y, tras un intento de salir de Petr Cech, el esférico se volvió en su contra. La alta presión balcánica originó una pérdida imperdonable que desembocó en un mano a mano de Rakitic, que se situó en una posición muy avanzada y que definió con tranquilidad por encima del cancerbero del Arsenal.
De forma ingenua, los jugadores de Ante Cacic dieron vida a un rival medio muerto, después de haber tenido que sustituir a Luka Modric con gestos de dolor, y le dejó creer en la remontada en unos compases finales que sacaron a relucir la peor cara de esta Eurocopa de Francia.
La afición asistente se alzó protagonista tras el lanzamiento de numerosas bengalas procedentes del sector croata al terreno de juego que obligaron a detener el partido. La debacle balcánica había comenzado y tras unos minutos de parón se certificó el desplome de Croacia.
En un balón aéreo bombeado, sin demasiado peligro aparente, Vida cometió un error infantil al saltar con sus manos en alto, dando lugar a un penalti tonto que transformó Necid.