Mucha montaña para celebrar un siglo y olvidarse de Armstrong

Mucha montaña para celebrar un siglo y olvidarse de Armstrong

El Tour de Francia 2013 lo ganará un escalador o un ciclista que se defienda bien en montaña, si atendemos al recorrido presentado ayer por los organizadores, que han querido dar una dimensión particular a la centésima edición de la carrera para mirar al futuro para olvidar la era de Lance Armstrong.

Pero no es por eso que los organizadores han presentado un Tour para escaladores, si no para huir del aburrimiento de la pasada edición, dominada por un ex ‘pistard’ como Bradley Wiggins, que se impuso sin apenas batalla, asentado en su hegemonía en la lucha contra el crono.

Todo ha sido ideado para que no se repita ese esquema en un Tour que partirá el 29 de junio de Córcega, el último territorio galo que faltaba y que se desarrollará totalmente por Francia, algo que no sucedía desde que en 2003 la ‘Grand Boucle’ celebró los 100 años de su primera edición.

Incluso se han reducido los kilómetros cronometrados previstos inicialmente y se ha situado la última crono a cuatro días del final, para dejar que la montaña sea el auténtico juez.

Con seis etapas de montaña, cuatro llegadas en alto y el ascenso a 28 puertos, algunos míticos como el Alpe d’Huez, que se subirá dos veces en la misma jornada, a cuatro días del final, el Tour quiere dejar atrás la anodina edición 2012 y recuperar la explosividad de 2011, convertida para los organizadores, en la referencia de los últimos años.

De los 3.360 kilómetros totales, apenas 65 son contra el crono, repartidos en dos etapas, una de ellas montañosa. En total, habrá un tercio menos de crono que el año pasado, a los que se ha sumado una contrarreloj por equipos de 25 kilómetros.

La montaña cobra peso y será la protagonista de las tres últimas etapas, que concentran la mayor dureza, algo que nunca antes había vivido la carrera.

La prueba comenzará el 29 de junio en Córcega, el último terreno no conquistado por el Tour y por primera vez desde 1952 se abrirá con una etapa totalmente llana, lo que permitirá a un sprinter vestirse con el primer maillot amarillo.

La carerra gala rematará, como siempre, en la capital del país, pero esta vez faltará el paseo por los Campos Elíseos, que los organizadores han programado algo más tarde que de costumbre, para ver al pelotón entrar en París al atardecer y al ganador, vestido de amarillo en lo alto del podio, cuando el sol ya se haya ocultado. Como si, con ese símbolo, el Tour quisiera dejar atrás una etapa oscura y volver a brillar en la senda de la ciudad de la luz. n

 

Mucha montaña para celebrar un siglo y olvidarse de Armstrong

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