Marcado por su apellido

Marcado por su apellido

Nacido en Chicago y de padre costarricense, Bill Acuña estaba predestinado a convertirse en un apasionado del fútbol y vincular su destino con el del Deportivo.
Lleva uno de los apellidos más gloriosos de la historia del club blanquiazul y no por casualidad. Su abuelo era el tío del mítico portero Juan Acuña y su padre jugó al fútbol (al nuestro, el ‘soccer’), primero en el Deportivo Saprissa de San José (el club más laureado de Costa Rica) y después en el Wheaton College, equipo de una universidad de Estados Unidos.
“Como mi padre era futbolista y mi familia es coruñesa, en mi casa siempre hemos sido del Deportivo, pero en los años 70 y 80 nos era difícil seguir al equipo porque no había internet”, recuerda este simpático aficionado blanquiazul, que experimentó su primer contacto con el equipo coruñés el 6 de febrero de 1993, cuando el conjunto herculino se impuso al Sevilla en Riazor (2-0) con goles de Fran y Aldana.
“En aquel momento, yo estudiaba en León (vivió allí dos años y luego otro año y medio en Madrid). Cogí un tren con unos amigos, tuvimos siete horas de viaje, y después fuimos caminando directamente a Riazor para ver el partido con el Sevilla, donde jugaba Maradona. Estuvimos con los Riazor Blues, cantando los 90 minutos. Desde aquel momento, me enganché al deportivismo”, presume con orgullo Bill, quien ha tenido la suerte de vivir ‘in situ’ varios de los momentos históricos del club.
“También estuve en Riazor en el partido en el que perdimos la Liga con el fallo de Djukic. Pese al resultado, tengo un buen recuerdo porque fuimos a Cuatro Caminos para bailar toda la noche, fue una celebración del deportivismo”, relata.
No fue la única vez que este norteamericano de sangre gallega vio al equipo de sus amores en directo: “También estuve en Riazor cuando perdimos con el Oporto en la semifinal de la Liga de Campeones y viví el ‘Centenariazo’ contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu”.

de las vegas a nueva york
El 19 de mayo de 2000, su pasión por el Deportivo le llevó a coger un avión desde Las Vegas, donde trabajaba en aquel momento, hasta Nueva York para poder vivir en un bar el partido contra el Espanyol en el que el equipo de Javier Irureta se proclamó campeón de Liga.
“No podía perderme aquel momento porque era histórico. Busqué por internet un sitio donde poder vivir el partido en directo y vi un bar en Nueva York que se llamaba ‘Riazor Blues’. Era una peña del Deportivo y era el único bar de todo Estados Unidos en el que echaban el partido por la televisión. Así que no me lo pensé y cogí el avión, a la una de la mañana, y me metí cuatro horas de viaje para poder estar allí”, narra.
Tanto ha marcado su destino el equipo coruñés, que su hijo lleva el nombre de su máximo ídolo. “Se llama Santiago Mauro Silva porque, para mí, el brasileño ha sido el mejor jugador de siempre”, asegura.
Otras leyendas blanquiazules que le marcaron fueron “Bebeto y Djalminha, aunque lo mejor de todo es que hice amistad con Héctor Berenguer y me abrió las puertas del equipo. Antes de conocerle era fan del Depor, pero cuando conocí a Héctor, cenábamos con Capdevila, Sergio, Andrade... Desde entonces, cambió mi panorama porque viví el Deportivo desde dentro”, resalta.
“Tengo una deuda muy grande con él porque es una grandísima persona y todavía somos buenos amigos y hablamos a menudo. De hecho, hace años él estuvo una semana con nosotros en Chicago y tratamos de convencerle para que fichara por el equipo de fútbol de allí, pero finalmente se fue al Mallorca”, comenta.
Bill toca la guitarra en el grupo ‘Despotic Hall of Fame’ y ha aprovechado su amor por la música y A Coruña para dedicarle una canción a la capital herculina que ha bautizado como ‘Ciudad y mar’.
Su ‘locura’ por el Depor le llevó a comprar un billete de avión rumbo a Alvedro en cuanto la LFP hizo público el calendario de Liga. Su objetivo, ver en Riazor el derbi gallego, que inicialmente estaba fijado para el pasado fin de semana.
Pero al pasar el encuentro del 8 de noviembre al sábado día 21, este aficionado norteamericano, que llegó el viernes a la capital herculina y regresa el próximo sábado a Estados Unidos, se ha quedado sin pisar el estadio blanquiazul esta vez. Algo que espera subsanar en breve.
“En 2016 volveré a A Coruña. A ver si con suerte regreso en primavera y puedo ver un partido en Riazor”, anuncia este simpático y valiente aficionado.
Al menos, Bill Acuña aprovechó el viaje y se reunió con unos amigos en un bar de la capital coruñesa para ver el empate con el Levante.

Marcado por su apellido

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