Lo mejor, para el final

Lo mejor, para el final
En cuanto controló los tableros, ya en el último cuarto, el Basquet Coruña jugó más suelto y veloz, un ritmo que el equipo riojano no pudo seguir | javier alborés

El Basquet Coruña conquistó su octava victoria de la temporada en una tarde desapacible y muy fría, a tono con el juego en los tres primeros cuartos de los pupilos de Gustavo Aranzana, que acabaron con la resistencia de un muy correoso CB Clavijo en un magnífico acto final.
La escasa intensidad defensiva marcó un arranque con acento gallego: el base lucense Erik Quintela firmó los 5 primeros puntos del choque. De la laxitud atrás de ambos da idea las dos faltas cometidas, una por bando, cuando el reloj ya ha había consumido seis minutos y medio.

Primeras hostilidades
Un poco antes, la ‘marea naranja’ había desatado las hostilidades con un 3+0 (erró el libre) de Flis, punto de partida de un parcial de 11-0 que abrió el primer hueco (18-10). El tiempo muerto de Jenaro Díaz reactivó a los suyos, que con un 2-12 acabaron por delante el primer cuarto (20-22).
En el inicio del segundo, el Coruña mantuvo su tónica del final del primero: muchos errores en tiros de cortísima distancia. Lo que cambió fueron las defensas. Y los puntos empezaron a caer con cuentagotas: 5-3 en los primeros 4:30.
Dos acciones seguidas de Chuku, un palmeo y un robo culminado con mate, rompieron la monotonía en el juego y en el marcador (31-27). Un nuevo tiempo de Díaz volvió a cerrar la herida (31-31) y una canasta de Olmos, tras rebote ofensivo, mandó el partido al descanso con 33-31 y un dato escalofriante, el 9 de 25 del equipo local en tiros de dos.
El parón no aclaró demasiado el panorama. De nuevo la espesura, como la manta de agua que estaba cayendo fuera, se instaló en parquet. Esta vez, el golpe de timón lo dio el conjunto riojano, con un parcial de 0-7 al que el herculino y canterano del BC, Carlos Martínez, aportó 5 tantos (38-41).
Un triple de Gilling cortó el demarraje, pero Adala y Coggins lo retomaron para dar al Clavijo su máxima renta (47-50), mientras que el Basquet Coruña sobrevivía casi exclusivamente a base de tiros libres en un oceáno de imprecisiones, errores en el tiro y rebotes ofensivos.
El nuevo giro llegó también tras tiempo muerto, este solicitado por Aranzana. Lo abrieron tres aciertos desde 4.60 (dos de Sanz y uno de Chuku) y lo cerraron dos desde 6.75, uno de Cooney –que no anotaba desde el primer periodo– y uno del ala-pívot inglés, el único jugador local con síntomas de haber levado anclas.

Lavando anclas
No fue el único. Monaghan, desangelado y errático en la primera mitad, abrió el cuarto definitivo con un curioso 2+1, después de palmear en el poste bajo un lanzamiento cercano que él mismo había errado, para estirar de nuevo el electrónico (57-50).
Sorprendía a estas alturas de partido que Olmos, entonces máximo anotador naranja, llevase muchos minutos en el banquillo, a pesar de no tener problemas de faltas. Pero con dos ‘4’ en pista, Chuku y Flis –Edu Hernández-Sonseca no se vistió de corto–, el BC jugó más fluido. Aseguró el rebote en su aro y pudo correr.
El ruso firmó 5 tantos seguidos para rozar los dos dígitos de superávit (62-53), alcanzados con un triple de Monaghan (67-56). El base añadió dos puntos (72-59) con un mate a contraataque después de una gran defensa colectiva.
Restaban poco menos de cuatro minutos y olía a pescado. A pescado vendido. El Clavijo lo había dado todo, pero acabó sucumbiendo al mayor talento del equipo local, como desmotró Chuku con el canastón a aro pasado que selló el marcador.

Lo mejor, para el final

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