Heroica victoria de Calmejane en el Jura

Lilian Calmejane logró una heroica victoria en solitario en la octava etapa, disputada entre Dole y Station des Rousses (187 kms), en la que los favoritos firmaron tablas ante la etapa reina del Jura, con Chris Froome al frente.
En una jornada disputada a ritmo frenético de 42 km/h, en un terreno escarpado que acumulaba un desnivel de más de 3.000 metros, Calmejane logró consagrarse en el Tour al ser el más fuerte del grupo de escapados que marcaron la entrada en los Montes del Jura.
Calmejane, de 24 años, despegó dentro de un grupo de 8 corredores a 17 kms de meta, en pleno ascenso a la Combe de Laisia Les Molunes (1ª), cuya cima estaba situada a 12 de la estación invernal. Abrió hueco, aguantó la presión del veterano Robert Gesink y a pesar de sufrir calambres celebró su primera victoria en el Tour.
Gesink se quedó con la miel en los labios. Cruzó a 36 segundos del francés, con el pelotón principal pisándole los talones, con todos los favoritos en el mismo tiempo. El Sky mandó en todo momento y marcó el ritmo del ascenso. Los hombres de Froome pusieron a su líder a buen recaudo y con las mismas diferencias en la clasificación general.
Tablas en la parte alta, pero la factura de una etapa loca de ritmo endiablado más de uno la puede pagar hoy en la etapa reina del Jura, donde esperan tres puertos de categoría Especial y un descenso suicida desde la cima del Mont du Chat hasta Chambery.

Por el guion
Una etapa sin sprinters, apta para una fuga consentida y sin peligro. Se cumplió el guion, aunque la escapada buena tardó en formarse. Pasada medio recorrido se marcharon Bakelants (AG2R), Roche y Van Avermaet (BMC), Pauwels (Dimension Data), Barguil (Sunweb), Gesink (Lotto-Jumbo), Clarke (Cannondale) y Calmejane (Direct Energie).
El Sky dio el visto bueno y estabilizó distancia en torno a los 2 minutos, en espera del último puerto, una dificultad de 11 kilómetros al 6,4% donde Calmejane tomó la decisión de su vida. Arrancó de lejos y coronó en solitario con un puñado de segundos sobre Gesink y 1:25 sobre el pelotón. 
Desde la terraza del puerto inició una contrarreloj en solitario hasta meta. Los calambres le gastaron una broma pesada. Perdió el ritmo, pero se recuperó solo pensando que se iba a estrenar en el Tour. Y así fue, se presentó en la recta eufórico, ajeno a dolores musculares, en una nube de felicidad. Algo parecido a lo que sintió hace un año en San Andrés de Teixido cuando ganó la cuarta etapa de la Vuelta a España.
Los franceses, ávidos de figuras, ya cuentan con el corredor que nació en la ciudad del maestro pintor Toulouse Lautrec. Las primeras pinceladas del ciclista apuntan a una gran obra. l