Un curioso paralelismo en Vigo

Un curioso paralelismo en Vigo
Lendoiro y José Mouriño, en un partido celebrado en Riazor cuando el primero todavía era presidente del Deportivo ac

La deriva que está tomando el presidente del Celta recuerda un poco, salvando lógicas distancias y diferencias, a la del ‘ex’ del Deportivo hace algunas temporadas. José Mouriño tiene una oferta para vender su paquete de acciones a un grupo empresario chino, y está valorando las posibilidades existentes.
El Depor nunca fue de Lendoiro, sino de sus accionistas, así que el mandatario de Corcubión nunca lo pudo vender, sin embargo sí llevó a la asamblea el levantar el tope accionarial en un momento delicado de la supervivencia de la sociedad, buscando la llegada de algún inversor potente.
Corría 2007. Por entonces se habló de que algunos grupos económicos ligados al fútbol pudiesen invertir en el Depor, de hecho se celebraron reuniones al más alto nivel tanto en Europa (Inglaterra) como en Suramérica (México y Venezuela) pero finalmente no se fraguó la operación.
El actual consejo de administración del Deportivo, inmerso en una ampliación de capital, ha querido mantener la esencia, poniendo un tope de títulos por accionista para que la realidad de la sociedad blanquiazul siga siendo la misma, un club de todos con un capital bien repartido. En el Celta, simplemente, no existe esta posibilidad. Si Mouriño decidiese vender, la afición de Balaídos solo podría protestar.

el estadio
También recuerda la polémica del estadio a la suscitada en A Coruña allá por 2003, cuando se presentaba un proyecto liderado por el prestigioso arquitecto Peter Eisenman para transformar la zona de Riazor en un enorme complejo deportivo, estadio incluido.  
La propuesta se encontró con una clara oposición municipal y no salió adelante. Algo parecido parece ocurrirle ahora a Mouriño. Desde algunos círculos celestes se pretende que el ayuntamiento olívico venda el estadio al Celta, algo que el alcalde de la ciudad, varias veces, dijo que era absolutamente imposible. Ante esta negativa se especula con la posibilidad de que sea el propio club vigués, con o sin nuevos dueños, el que incluso asuma la construcción de un nuevo campo, llevándoselo fuera de Vigo, a otra zona del área metropolitana o incluso más lejos.
Siguiendo con las comparaciones, cabe destacar que lo mismo pudo haber ocurrido en A Coruña. Finalmente ‘solo’ se movió de la ciudad herculina la instalación de entrenamiento, que se fue para Abegondo en una jugada maestra de su alcalde, Santiso Miramontes, sin embargo existió la clara posibilidad de que un nuevo Riazor se construyese en otro municipio. De hecho sonó con mucha fuerza la opción de Culleredo.
La deriva del presidente celeste en estos últimos años tiene ciertas similitudes con la del expresidente Lendoiro. En A Coruña ya se pasó por la sucesión lógica y el relevo generacional. Se camina hacia el frente aprendiendo del pasado, glorioso en muchas ocasiones, complicado en otras. En Vigo no se sabe muy bien qué ocurrirá. La incertidumbre se ha adueñado de los seguidores celestes, lógico, aunque desde el entorno de Mouriño se  anticipa que el club no sufrirá lo más mínimo.

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