Al filo de lo imposible

Al filo de lo imposible
el equipo coruñés llega a la cita muy enfadado por la actuación arbitral en toda la eliminatoria, especialmente en el cuarto partido, disputado el domingo en riazor susy suárez

Muchos son los factores que inducen al pesimismo de cara al quinto partido entre el River Andorra y el Leyma Natura, que hoy decidirá la eliminatoria en el pabellón del Principado. A la principal, la diferencia de potencial entre un primer cabeza de serie y un octavo, se han ido uniendo otros factores, con uno concreto como estrella: la labor arbitral.

Antonio Herrera ya enfatizó antes del inicio de los playoffs –y antes de los dos enfrentamientos de la fase regular– que al equipo que dirige Joan Peñarroya se le permite más en defensa que al resto. Los últimos cuatro cara a cara lo han confirmado.

En el concepto ‘labor arbitral’ caben otra serie de mini conceptos, como la mala educación, la intimidación y la amenaza. Y de ellos se han quejado los jugadores y el técnico del conjunto naranja, especialmente en los partidos segundo –con poco o nada que arbitrar, ya que Andorra lo solventó en poco más de diez minutos– y cuarto, donde la diferencia de criterio de la pareja formada por Bravo y Martínez Prada juntó todos los conceptos para hacer tanto daño al Leyma comos los triples de su rival.

Es vox pópuli que el club del Principado es el único con medios suficientes –Burgos lo tiene casi imposible– para jugar la próxima campaña en la ACB, por lo que es lícito pensar en una posible mano negra. Entre otras cosas porque la FEB, a quienes los clubes llevan años pidiendo que baje sus exigencias económicas, quedaría en mal lugar si los dos ascendidos deportivamente no pueden pisar la máxima categoría por falta de ‘mortadela’.

Es una hipótesis, como puede serlo cualquier otra acerca de un entorno federativo poco fiable por debajo de las selecciones nacionales, con casos sangrantes como canastas anuladas erróneamente que cambian por completo una competición.

Pensamientos conspiranoicos aparte, hoy se juega un partido de baloncesto, una lucha entre David y Goliath que está animando más de lo previsto el inicio de la postemporada. Una pelea –en varios sentidos– con muchas claves. La primera, de carácter mental, es el factor cancha, aunque ambos equipos se han ‘robado’ un triunfo en casa ajena.

Las claves deportivas son tres por parte del Leyma y dos por parte del Andorra. El equipo coruñés ha basado su éxito –ya lo es, pierda o gane hoy– en una sensacional defensa 2-3, que el Andorra solo consiguió perforar con asiduidad en el tercer periodo del cuarto encuentro, aunque no todos los días se meten nueve triples en diez minutos, y menos seis de un mismo jugador.

Ese jugador es Marc Blanch, también letal en el segundo capítulo, con 30 puntos (5/10 triples) en tan solo 21 minutos. La defensa sobre él y el otro cañonero, el base Dani Pérez, se postula vital, habida cuenta el flojo rendimiento, en el global de la serie, de los interiores de Andorra.

Interiores incapaces de frenar la hemorragia del rebote, donde el Leyma, segundo peor equipo en este aspecto en la Liga regular, se ha destapado ante un River que tampoco lo tiene entre sus virtudes. Y ahí debería insistir el Leyma, recuperar el juego entre pivots del tercer partido, uno de los caminos que le llevaron a la victoria.

El cansancio también puede pasar factura. En la primer mitad del cuarto duelo pareció afectar más al Andorra, pero en la otra dio la impresión de que las piernas locales pesaban más.

Cuarenta minutos para lograr un imposible o cuarenta minutos para coger vacaciones. Con la conciencia muy tranquila.

Al filo de lo imposible

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