Santi Isla | “No hay filtros y esto se refleja en el trabajo porque hay muchos extremos”

Su música es consecuencia de la postmodernidad, que está atenta a todo. No descarta. Solo suma. Y añade. Chelsea Boots.

¿Cómo está creciendo el disco en directo? 
Estamos muy contentos porque para nosotros supone un salto importante al ser el primer LP y tocarlo fuera de Madrid es significativo, además de hacerlo en festivales.

Festivalear hoy en día es indispensable, ¿no cree?
Por supuesto, tal y como está la industria, el verano es la base del pastel, aunque esto tiene sus pros y sus contras, porque el público es genérico y te va a ver sin expectativas de nada.

¿La apertura de estilos es la base de su éxito?
Tenemos una forma de consumir música extensible a nuestra generación, en la que escuchamos todo tipo de géneros, de épocas, un poco en ese rollo de que en la postmodernidad todo vale. No hay filtros y esto se refleja en el trabajo porque hay muchos extremos, si bien existe un lugar común donde se entiende el sonido y mensaje y la forma de hacer las cosas.

Y en directo, ¿cómo son?
No somos aburridos. Entendemos el directo como una cosa de sudor, como muy física. Cuando empezamos teníamos clara esa idea y la de que éramos más jóvenes, pero más puretas en el sentido de que pensábamos que el rock era lo que molaba. Hoy vemos más allá.

Ahora, estamos haciendo música como artistas de hip hop. A partir de las bases, hacemos los temas. Primero les ponemos un vestido

¿Cómo salen los temas?
A nivel canciones, estamos en un proceso de cambio hacia una manera de hacer música más contemporánea. Antes, teníamos una idea de la canción muy desnuda acompañada solo de piano o guitarra, la llevábamos a un local de ensayo y la íbamos construyendo. A la hora de grabar “Guilty Pleasure” el proceso de producción fue muy largo. Ahora, estamos haciendo música como si fuéramos artistas de hip hop. A partir de las bases, hacemos los temas. Primero les ponemos un vestido. Esto hace que estés un poco más descontrolado, pero se abre la puerta a cosas nuevas y te permite ser más dramático en el sentido musical. Cuando una canción tiene una estructura fija, no te puedes mover más allá. Así, si quieres una canción oscura y densa ya le das un desarrollo instrumental.

¿Esto les dará más libertad?
Experimentas más. No quiero dar una chapa muy técnica, pero trabajamos con samplings, que es emplear fragmentos de música previamente grabados, deconstruirlos y hacerlos nuevos. Lo llevan haciendo en el rap desde hace 30 años. Los samplings están por todos lados y los usamos con otras técnicas contemporáneas.

¿Adelantarán algo de lo nuevo?
De momento está el disco, lo otro está en fase embrionaria. De cara a que salga al público, faltan meses. 

¿De qué hablan sus letras?
Soy el autor de la mayoría y básicamente hablan de mí, algo que puede sonar un poco tontorrón, pero solo trato de ser honesto. No es por afán de protagonismo. Las letras hablan de todo, de la trayectoria de las bandas, la mistificación de irse de giras que tiene su lado oscuro. Tienen pinceladas románticas o me voy al deseo y la atracción y el conflicto que esto supone.

¿El público toma bien esta apertura de mente musicalmente hablando o le cuesta?
Nuestro público gravita en torno a nuestra edad, después hay sorpresas de gente más melómana. Pienso que al que le interesa la música de verdad siempre quiere escuchar cosas nuevas.

En su caso viaja con la etiqueta de ser el hijo de Pablo Isla, ¿cómo lo lleva?
Es un poco como lo de hacer las canciones, no me gusta ni me disgusta. Es algo que va conmigo.