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miércoles | 24 abril | 2024
Hoy en día, allá donde vayamos, nos puede acompañar un libro, ya sea en papel o en su versión digital. Pero hasta llegar a la actualidad, la literatura y los libros han pasado por multitud de aventuras que, de un modo rompedor, trata de relatar Irene Vallejo en “El infinito en un junco”.
Sobre este nuevo libro, que acaba de publicar hace justo dos meses, conversará esta tarde en la Fundación Luis Seoane, a las 20.00 horas, con Javier Pintor y Luis Paz.
¿Cómo le definiría al lector lo que se encontrará en el libro?
Como un híbrido, un experimento. Es un ensayo, pero es un ensayo escrito para que se lea con el placer de una novela. Un ensayo donde hay constantes recreaciones históricas, se evoca la vida de personajes históricos, pero también de personas anónimas, los inventores de esos grandes hallazgos que han transformado el signo y la transmisión de conocimiento.
Recurro mucho a bibliotecas, muchos de mis libros los acabo cediendo a bibliotecas, porque así tienen muchos más lectores
¿Cómo surge un proyecto de este tipo?
Durante los últimos años estaba oyendo las predicciones, casi diría las profecías, todos los que nos decían que el libro de papel se acaba, pero también la lectura, la muerte de la novela parece que se diagnostica. Era una sensación de que todo lo que es importante para mí, el mundo intelectual, las historias, las leyendas... estuvieran tratados como enfermos terminales. Pero desde mi perspectiva histórica y con todo lo que he estudiado, desde los años de mi doctorado, tenía otra visión, diferente. La visión del libro como superviviente fabuloso.
Precisamente, comentaba hace poco que la historia de la destrucción del libro es tan antigua como la del libro en si.
El hecho mismo de que exista esa saña contra los libros, ese intento permanente de acabar con algunas obras. Eso significa que los libros no son tan intrascendentes como nos quieren hacer pensar. Todo aquello que sufre persecuciones es porque de alguna manera se puede considerar peligroso o influyente. Y los libros han tenido perseguidores desde los tiempos más remotos, posiblemente, desde el inicio de la palabra algunos discursos han sido castigados. El hecho asombroso es que frente a tanta oposición, hayamos conseguido salvar del olvido y de la destrucción tantas obras imprescindibles.
Repasando la historia del libro, ¿Cómo de importante fue el papel de la mujer?
Es curioso, el primer texto firmado, del cual conocemos el nombre del autor, en la historia de la literatura universal, lo escribió una mujer, una sacerdotisa acadia llamada Enheduanna. Esa mujer es anterior a Homero, anterior al autor del poema de “Gilgamesh”... es curioso, la literatura se inaugura con una voz de mujer, y además una voz importante, con un papel esencial en la sociedad, eso sí, emparentada con la familia de la monarquía reinante, pero con una seguridad impresionante en si misma y convicción. Después de eso, por desgracia, los siglos siguientes son los de la práctica desaparición de las mujeres de la esfera pública. Podían leer, sobre todo si pertenecían a familias ricas o aristocráticas, en los mejores casos podían llegar a escribir, pero no podían convertirse en profesionales de la palabra.
¿Como de grande llega a ser la biblioteca de una persona que estudia y analiza la historia del propio libro?
Las bibliotecas tienen obstáculos espaciales, como las dimensiones de la vivienda. Después está la familia, mi hijo está aprendiendo a ir haciendo fintas y esquivando las montañas, las pilas de libros. Recurro mucho a bibliotecas, muchos de mis libros acabo cediéndolos a bibliotecas, porque también creo que así tienen muchos más lectores y siguen estando a mi alcance. Intento contener un poco el alud de libros en el que se convertiría mi casa si me abandonase a mis peores instintos (risas).
