El artista Javier Sanz apuesta por no dejar indiferente a nadie con “El triunfo del odio”

El artista Javier Sanz apuesta por no dejar indiferente a nadie con “El triunfo del odio”
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Escultura y política. Esta es la fusión que podemos ver en la Casa Museo María Pita. Javier Sanz realiza “una protesta contra los dogmatismos que, a lo largo de la historia, nos han hecho odiar y, casi nunca, pensar por nosotros mismos”.


Todo se desarrolla en una sala que emula un búnker, además de la voz de Hitler sonando y rebotando en las paredes, haciéndolo “más agobiante y desquiciante”. La exposición, “El triunfo del odio”, está compuesta por unas veinte esculturas sobre los conflictos bélicos, la política y la religión, con ese “hilo conductor auditivo que crea la atmósfera de odio y violencia”, proveniente de una de las radios que forman parte de la sala.

Sanz tenía muy claro lo que quería plasmar, “una forma de reivindicar lo que es el peligro del poder, en general, y del poder totalitario, en particular. Una denuncia de los abusos del poder, a lo largo de la historia de la humanidad, y cuáles son los regímenes políticos y las religiones que más nos han inculcado el odio”.

Política, religión y odio
El artista pretende despertar en la gente “el mal rollo de ese odio, muchas veces, gratuito, para que sientan esa opresión y esa fuerza tan negativa que la política engendra”.

Asegura que es necesario crear algún sentimiento en el espectador, sea bueno o malo, “la indiferencia es la muerte del artista”. Esto lo consigue, según piensa, con imágenes que nadie ha creado antes e “impactan”.  


Una de las creaciones que se puede encontrar es el conjunto de tres radios paralelas, de una de las cuales parte la voz de Hitler. A la cual, el artista añade otro de los objetos que más representa y sugiere,  para él, en la exposición. Un Jesucristo adherido a una bomba de la Segunda Guerra Mundial. “Es una imagen sorprendente porque hay iconos que estamos tan acostumbrados a ver, como puede ser Jesucristo, la bandera americana... que, en cuanto los manipulas y sacas de su contexto, causan mucho impacto visual”, añade.


Con otras obras pretende un juego visual, como pueden ser los libros con púas o una maleta con  pinchos atravesados. Ambos representan “un odio oculto” y Sanz dice que utiliza “un objeto muy nuestro para reflejar ese odio”. Además, interactúa con el lector  a través de pequeños textos, donde explica su significado o apela a la reflexión. Este es el caso del equipaje, en el cuál encontramos un “¿Algo que declarar? Odio”. 


El autor redondea, con un toque de humor, que “el día que me vuelva cursi o católico, que para el caso viene a ser lo mismo, haré una exposición que se titule ‘El triunfo del amor’”.

El artista Javier Sanz apuesta por no dejar indiferente a nadie con “El triunfo del odio”

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