Los vigilantes de la cervecería aprenden a salvar vidas entre refrescos y copas

Los vigilantes de la cervecería aprenden a salvar vidas entre refrescos y copas
Los diez empleados recibieron un curso de más de ocho horas patricia g. fraga

No tendrán nada que envidiarle a los vigilantes de la playa. Si los primeros salvaban vidas en la ficción, los camareros de la Cervecería Paddock pasearán bandeja en mano por el local de la avenida de Arteixo y se ocuparán de llevar a la realidad esos masajes cardiopulmonares tan televisivos cuando sea menester. Y es que el establecimiento incorporará a sus servicios al cliente un desfibrilador en cuestión de días... Porque nunca está de más prevenir.
“El aparato ya está aquí y esperamos que, como muy tarde el lunes, ya lo podamos instalar”, explica la propietaria Marta Ferrer. A pesar de que a nivel nacional existen algunas campañas que instan a colocar más puntos de este tipo en toda la geografía española, la iniciativa de la hostelera surgió de otra forma bien diferente.
“En el colegio de mis hijas les dieron un curso de Reanimación Cardio Pulmonar (RCP)”, cuenta. Después de esta experiencia infantil mano a mano con los sanitarios Marta pensó que no estaría de más tener los mismos conocimientos que las pequeñas, pero esta vez para evitar accidentes en su lugar de trabajo. En un espacio de “gran afluencia de gente” como es el caso de la cervecería siempre “está muy bien” contar con este tipo de herramientas que puedan frustrar desgracias.
El sistema de reanimación llegó hace tiempo al almacén del bar pero antes de ponerse a resolver alguna papeleta sanitaria imprevista tocaba formarse con profesionales de ese ámbito. Fue esta misma semana cuando el servicio del 061 envió a dos formadores a enseñar técnicas básicas a las diez personas que componen la plantilla del Paddock.
Durante “ocho horas y media” los doce se pusieron manos a la obra entre botellas de refresco, latas de cerveza y algún que otro juego de copas que poblaban las estanterías del almacén.

punto de referencia
Además de enseñarles a usar el desfibrilador –que prácticamente da todas las instrucciones– y en qué circunstancias se debe hacer uso de este sistema, les concretaron otras maniobras para evitar “atragantamientos, que se pueden dar” tanto en niños como en adultos porque sirven tapas y raciones.
Ferrer destaca que, por ejemplo, les indicaron que lo primero es “comprobar que la persona respira”. Si lo hace es necesario “ponerla de lado y si no respira se debe usar en desfibrilador”. “Nos han dicho que por usarlo no matas a nadie, lo malo es tenerlo y no utilizarlo en casos en los que se precise”, subraya.
Tanto es así que a partir de la instalación del aparato se convertirán en punto de referencia para el 061 en el entorno. Es decir, en caso de urgencia y si las unidades sanitarias tardasen mucho en llegar los camareros serían llamados para acudir a practicar la reanimación a toda la zona.
“También pueden avisar a la Policía y que sea esta la que acuda al local para solicitar el aparato”, resume la responsable del Paddock. Una vez convertidos en los vigilantes de la cervecería, lo importante es que nunca sea necesario salir a la arena. n

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