Los vecinos cuestionan la validez de las prácticas participativas de la Marea

Los vecinos cuestionan la validez de las prácticas participativas de la Marea
La mayor parte de representantes vecinales no ven resultados a nivel práctico | pedro puig

Inefectivo, falto de comunicación, dejado, que juega sucio, decepcionante, de cinco raspado, aceptable, que atiende solo a unos cuantos, nefasto o desastroso. Estos son algunos de los calificativos con los que las asociaciones vecinales resumen estos casi cuatro años de gobierno de la Marea. Desde la federación, Luisa Varela comenzará a presionar esta semana sobre la limpieza y el mantenimiento de calles en una comunicación que asegura “es efectiva”, pero que se queda en eso. 
No se lleva a la práctica, algo en lo que hace hincapié Ricardo Seixo, del Agra, que cree que acabarán el mandato sin solucionar el ahogamiento del barrio con la apertura del parque del Observatorio o el molino de A Gramela y que, en general, eso que llaman presupuestos participativos son “antidemocráticos” porque él podría pujar por recuperar ese pulmón verde en nombre de los 1.300 que firmaron a favor de su puesta en escena: “Que estean agora inventando a democracia non é de recibo”. Tampoco lo es, añade, que la remodelación que anunciaron del parque Salvador de Madariaga la encabecen sobre el papel con los barrios de Agra y O Ventorrillo cuando el espacio está fuera del primero: “Iso é xogar sucio”. 
Una postura diferente tiene Ramón Mañana, de O Birloque, que destaca el arreglo de calles como la de Universidad, que por fin tiene aceras. Faltan otras cuestiones por resolver como la adecuación de la Tercera Ronda para que no circulen camiones por el barrio, pero, en líneas generales, está contento. Nada que ver con Mónica Calvo, de Novo Mesoiro, que habla de abandono. Los locales que reformaron en los bajos de la calle de Ribeira Sacra están aún cerrados y esta semana se reunirán para abordar el futuro del corredor verde: “Con los presupuestos participativos conseguimos dos fuentes y una papelera”. 
En Castro Elviña, acogieron con ilusión sus ideas sobre una zona víctima de la especulación, cuenta su representante Luis Gómez, que sigue igual: “Mostraron unha cara moi positiva, pero non vexo ningún cambio, o investimento non veu” y a día de hoy, pelean por tener una plaza pública, pero el Ayuntamiento no llega a un acuerdo con su actual titular, la Universidad, y un segundo terreno, de propiedad municipal, que propusieron, “está pendiente de incorporarse a terreo universitario”. Luis cuenta lo difícil que es comunicarse con el Ayuntamiento y la decepción reinante ante las expectativas que se crearon. En Palavea, Manuel Gómez les da un cinco raspado porque la parte vieja “se está remodelando”, pero es necesario un plan de limpieza. 
En A Zapateira dicen estar olvidados: “Gobiernan para unos pocos y nosotros no somos prioridad, todos nuestros problemas estructurales están ahí”. En Sagrada Familia, Noemí Ferreiro los tilda de nefastos, “hay mucha suciedad, ahora están ampliando las aceras y nos quitan plazas de aparcamiento”. Óscar, de Pedralonga, afirma que por fin con la Marea se mejoró la accesibilidad y en el Orzán, Aure López sentencia que la ciudad ya no es de primera. Leandro García, de Elviña 2 fases, se queja del poco mantenimiento y en Os Castros, esperan que empiecen las obras del elevador en la avenida de la Concordia, pero pasan los meses y muchos residentes se suben al taxi para llegar al centro de salud. Cuatro Caminos ansía recuperar su centro cívico después de dos años huérfanos. Comenzaron los trabajos, pero no saben nada más. La falta de comunicación se repite de colectivo en colectivo. l

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