Vecinos de la Ciudad Vieja denuncian la ocupación de un edificio en mal estado

Vecinos de la Ciudad Vieja denuncian la ocupación de un edificio en mal estado

Vecinos y comerciantes de la Ciudad Vieja denunciaron ayer la llegada de varios okupas a un edificio semiabandonado de la calle de la Amargura. El colectivo teme que la falta de acción para desalojar el inmueble tenga un efecto llamada y el barrio se llene de gente problemática.
Las versiones sobre la nueva ocupación de una propiedad privada en la ciudad son múltiples pero de lo que no cabe duda es de que al menos dos personas viven, hoy por hoy, en un piso ubicado en la confluencia de la calle de la Amargura con Alfonso IX al que accedieron por la fuerza. 
El suceso se produjo hace al menos 15 días pero no fue hasta  finales de la semana pasada cuando un pequeño altercado entre la única inquilina que vivía en el inmueble –y que ahora se ha trasladado porque, supuestamente, unos impagos la obligaron a acudir a Cáritas– y una de las personas que entraron a vivir en el bajo puso en alarma al vecindario.
Al principio fue un hombre el que entró, que llegó a ser cacheado por la policía en un rifirrafe con otro por un dinero. Ambos abandonaron el lugar, pero ahora –cuentan– que son otros dos “punkis” los que han tomado el relevo como inquilinos ilegales.
 El que inició la ocupación entró por una ventana y montó un sistema en la puerta que le permitía abrir sin mayores problemas. Los okupas que se instalaron después incluso atrancaron la puerta para impedir la entrada de la vecina que tenía que recoger cosas para su mudanza. 
Al final esta logró entrar y cerró de tal forma que era imposible que los ilegales volviesen a entrar. Tanto es así que uno de ellos volvió al piso a base de patadas en la puerta principal. Ahora acceder es más fácil porque rompió un cristal de la entrada.
Aunque unos vecinos lo desvinculan del centro okupado de la Comandancia de obras, otros creen que se ha producido un efecto llamada porque el Ayuntamiento no actuó para desalojar la primera propiedad y los ilegales ven que sus actos quedan impunes. 
Ahora todos temen que el inmueble de llene de okupas que causen inseguridad, porque el usuario principal ya se ha encarado con varias personas. Además, reside con otra persona que supuestamente le abona dos euros por dormir allí. Al parecer esa es la tarifa que ha fijado para alquilar camas o habitaciones y hay miedo de que los grupos de drogadictos que se citan detrás del palacio municipal acaben llegando ahí para dormir junto al centro cívico. n

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