La Unidad de Cuidados Paliativos pide adelantar su puesta en escena

La Unidad de Cuidados Paliativos pide adelantar su puesta en escena

Hoy se escuchan lloros en la segunda planta. No es algo raro tratándose del servicio de cuidados paliativos del hospital de Oza. Los médicos se enfrentan todos los días al drama, lo ven de frente y de perfil y aunque en la facultad nadie les enseñó a controlar la presión emocional, la experiencia y los años les hacen ser fuertes, pero no siempre. Es imposible. Cuenta el jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos y Continuos, el doctor Juan Sanmartín, que el segundo piso pide otro ritmo diferente al del resto del centro, porque la carga que provocan las emociones se adosa como un pulpo a la propia asistencia y esta no se puede despachar de forma aislada sin tener en cuenta el primer vector. 
Explica que las necesidades del paciente van antes que cualquier tratamiento farmacológico. En la cabeza de los facultativos, primero están sus deseos y después las pastillas, las válvulas y los drenajes que posponen cada vez más el momento de la muerte. 
Sanmartín no titubea al comentar que cuando se aplica hasta el último de los protocolos y la terapia curativa llega a su fin, el enfermo entra por el servicio con el deseo de estar seguro de que alguien estará a su lado. Aquí no solo juegan un papel importante la familia y los amigos. La comunidad sanitaria es su segundo cojín en un proceso del que quieren estar informados en todo momento: “En general, necesitan saber todo lo que les pasa”.
Con este guión trabajan todos los días. El especialista explica que más que el cuánto, su preocupación y sus miedos se esconden detrás del cómo será, algo que ellos saben tratar porque, en la actualidad, el 99% de los dolores, que es lo más preocupa a las personas, se logran mitigar y esto les proporciona a los ingresados la tranquilidad que buscan. 
Al mismo tiempo que se cubren estas necesidades emocionales, la medicina realiza su trabajo, que es mucho, porque la tecnología, las  cirugías mínimamente invasivas, los drenajes y los ventiladores hacen que “el último año de vida del paciente se convierta en una auténtica tecnificación”, explica el experto. 
Los nuevos medicamentos han dejado de atacar a los síntomas para curarlos directamente, según Sanmartín, y esto supone una vuelta a empezar porque un grupo de los aquejados regresan al Chuac: “Vuelven arriba y pasan a la UVI, a reanimación o neumología, depende”. 
“La medicina queda atrapada en sus propios avances”, señala el especialista, y en este punto, se genera el debate moral. De los que creen básico fijar un tope que marque el fin al suministro  de fármacos y soluciones que, por otro lado, aumentan los efectos a suavizar, y los que están a favor de quemar hasta el último cartucho, entre los que se encuentra, la poderosa industria farmacéutica, recuerda el jefe de la unidad. 
Además de la introducción de tecnología puntera en el campo, la medicina preventiva es otro de los factores a tener en cuenta a la hora de ralentizar el deceso. El aumento de tratamientos para preservar los síntomas de los males más agresivos explica que no haya tantas muertes súbitas como hace años.

calidad de vida
Para Sanmartín, la calidad de vida del que está postrado en una cama está por encima de todo: “En un paciente oncológico por ejemplo, hay estudios que confirman que viven mejor renunciando a un quinto ciclo cuando el cuarto ya no ha hecho nada”. La razón es que en ese tiempo, el cuerpo no tiene que vencer a los síntomas de un tratamiento tan agresivo y de la enfermedad a la vez. Lo lleva mejor. 
El médico habla de la transformación del servicio en todo este tiempo hasta ser una pequeña UVI de atención al final de la vida, repleta de tecnología que impide a la parca instalarse tan fácil como antes. 
En esta disyuntiva, cree que más que cuidados, un término que se aplica a los enfermos oncológicos, el sistema sanitario debería enfocar la unidad hacia una atención paliativa. Anteponerse en el tiempo a lo que va a suceder y no dejar que los pacientes lleguen a Oza en la última semana. Con una asistencia más temprana, el experto sostiene que ganarán en vida. 
En los 20 años que lleva aplicando medicina interna y paliativa, gestionando y asistiendo al personal, el doctor Sanmartín apuesta por adaptarse a los nuevos tiempos y a sus criaturas. Poner un freno e intentar que ese último soplo de vida sea lo más agradable posible. Él lo querría para si mismo en caso de tener que aterrizar en Cuidados Paliativos.

La Unidad de Cuidados Paliativos pide adelantar su puesta en escena

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