Un policía vio al acusado de intentar asfixiar a su pareja agarrarla del cuello

Un policía vio al acusado de intentar asfixiar a su pareja agarrarla del cuello

Estaba aparcando en su garaje de la calle de Emilio González López cuando comenzó a escuchar gritos de auxilio y exclamaciones. Le sonaron “desesperadas”, así que comisionó a una patrulla de la Policía Nacional. Antes de que llegaran sus compañeros, el agente del 091 que ayer testificó en la Audiencia Provincial en un juicio por intento de homicidio descubrió la procedencia de las llamadas de socorro. Venían del interior de un vehículo y, al acercarse, comprobó que en el interior había una mujer tumbada, a la que un hombre estaba “sujetando por el cuello”.

Con esta descripción de lo ocurrido en agosto del año pasado, el testigo confirmó ayer ante el tribunal de la sección primera de la Audiencia Provincial la versión de la víctima, que puede costarle al hombre sentando en el banquillo, expareja y padre del hijo de ella, hasta 12 años de cárcel.

Según expuso el policía a los magistrados, al acercarse e identificarse, el acusado se giró y le preguntó si se trataba de un “complot” contra él y se apartó del coche, pero al ver a la mujer salir del vehículo, volvió a “encenderse” a insultarla a gritos. Todavía llevaba los guantes de motorista que, según sostiene la Fiscalía, se había puesto para dar muerte a la que había sido su esposa.

 

Alejamiento > Lo relatado concuerda con la declaración de la mujer, que ayer rememoró cómo la voz del desconocido exclamando “suéltela” hizo que su exmarido dejara de agarrarla del cuello cuando ya apenas podía respirar: “Me decía, no grites, no chilles, y aunque yo no respiraba, la verdad es que seguía apretando y no dejaba de hacerlo”. Como relató, había visto al hombre dentro del garaje a través del retrovisor, y en cuanto apagó el motor, él abrió la puerta del conductor y la empujó contra los asientos, mientras la insultaba y le recriminaba que no le hubiera cogido el teléfono. Según su versión, en las semanas previas la había estado llamando, al móvil y a casa, en numerosas ocasiones, y la había perseguido a pesar de que sobre él pesaba una orden judicial que le prohibía acercarse o comunicarse con ella.

Solo admite una única charla con él, varios días antes, relacionada con el coche que todavía compartían; la misma en la que él se apoya para justificar su presencia en el garaje, en “su garaje”. Según mantiene el acusado, había ido unos días antes para llevar el coche al taller, y aquella tarde debía coger las llaves, que ella solía dejarle bajo la rueda trasera, y recoger a su hijo.

“No entiendo esa actitud de ponerse a gritar auxilio y socorro”, se justificó el hombre, que solo admite que le puso las manos en la cara para evitar que chillase y que mantiene que aquella no fue la única conversación que mantuvieron, ya que el día antes se habían citado para tratar de consensuar cómo se comportarían con el hijo común tras la separación.

 

En comisaría > Lo que no desmiente el hombre es haber lanzado amenazas contra su expareja ya en comisaría, aunque asegura que lo hizo después de que la Policía lo presionara. En el escrito del fiscal se recoge que llegó a decir que iba a clavarle “un destornillador por un ojo y a sacárselo por un oído”, una expresión que confirmó ayer el policía que detuvo la agresión del garaje.

Por ella, la Fiscalía solicita dos años de prisión, que se unen a los nueve que pide por un intento de homicidio y uno más, por quebrantar la orden de alejamiento.

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