Un empresario cambrés se enfrenta a 28 años de cárcel por violar a una empleada

  a.b. > a coruña

  Más de 28 años de prisión ha solicitado la Fiscalía para un empresario cambrés, que a finales de 2009 fue detenido cuando merodeaba cerca del domicilio de la empleada que trabajaba para él en una nave de Espíritu Santo realizando labores de administrativa. En el momento de su arresto, llevaba encima una navaja con cachas de madera y un cutter, las mismas armas de las que la mujer habló en su denuncia contra él por violación, y ese es uno de los datos que usa la acusación pública para atribuirle dos delitos de agresión sexual y uno de acoso, por los que el septuagenario será juzgado próximamente en la Audiencia.
El escrito del fiscal sitúa los primeros detalles inapropiados al inicio de la relación laboral entre denunciante y acusado, en marzo de aquel año. Según entiende el Ministerio Público, el empresario se aprovechó de la situación de poder que le otorgaba su cargo para presionar a su empleada mediante comentarios que solían implicar un sentimiento de atracción sexual. Esas insinuaciones pasaban además, según esta fuente, al plano físico, a través de palmadas, roces y tocamientos.

Humillaciones > También había, según manifestó la víctima en sus sucesivas comparecencias policiales y judiciales, humillaciones, con reproches a su forma de hacer el trabajo e insultos por su negativa a mantener relaciones sexuales con él.
El escrito de conclusiones del fiscal reproduce, de hecho, un comentario del jefe a la trabajadora, en el que el hombre le advertía de que “si no se humildaba la iba a echar a la puta calle”; que “los jefes lo hacían constantemente con sus secretarias y estaba a la orden del día”, y que “quería una empleada que le diera servicio”, además de incluir varios menosprecios.

Al cuello > El primero de los ataques que se atribuyen al acusado está fechado en septiembre de 2009, una mañana al llegar el jefe a la oficina y encontrar allí a su asalariada. Siguiendo la versión de la acusación, el hombre la tiró al suelo, le colocó su navaja al cuello y la obligó a mantener relaciones sexuales a pesar de sus gritos y la resistencia que oponía.
El segundo episodio lo sitúa el fiscal un mes más tarde, en el baño de la nave, adonde la denunciante habría acudido tras una orden de su superior para que limpiara. Siguiendo su relato, el acusado la siguió y, de forma súbita, la abordó con un cutter y la forzó a bajarse los pantalones. También en esa ocasión hubo, según mantiene el fiscal, un forcejeo, en el que la víctima llegó a clavarle las uñas a su agresor.
Ese día, la trabajadora acudió al Hospital Universitario y denunció los hechos. El escrito de acusación advierte de que los médicos no apreciaron ninguna lesión en el examen ginecológico, y este es uno de los argumentos que esgrime la defensa –que ejerce el penalista Víctor Espinosa– para solicitar la libre absolución. Esta parte duda de la palabra de la denunciante y asegura que los encuentros sexuales fueron consentidos.


 

Un empresario cambrés se enfrenta a 28 años de cárcel por violar a una empleada

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