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martes | 16 abril | 2024
Este año ha reinado la improvisación frente a los encargos. Todos los Santos y Difuntos vuelven a dar un respiro a las floristerías coruñesas, también castigadas por la subida del IVA, pero ese respiro ha llegado más que nunca a última hora, como probaban las enormes colas de clientes que se formaron ayer en los negocios del entorno de San Amaro durante toda la jornada. La crisis también se ha dejado notar en los crecientes robos de arreglos florales, según el sector, para colocarlos en otras lápidas.
El “agosto” de las floristerías coruñesas toca por estas fechas porque, pese a la recesión, casi nadie prescinde de las flores para sus seres queridos. En la Floristería Guillén, justo frente a la entrada de San Amaro, explicaban ayer que en cuatro días han despachado en torno a “500 encargos” y que la gente compra “más o menos igual”.
Los coruñeses hicieron cola en las floristerías durante toda la jornada
Sin embargo, el encarecimiento general de los arreglos en prácticamente un 100% –incluido el incremento del IVA del 8 al 21%– sí ha mudado algunas costumbres. Para Flores Ofelia el día fuerte fue el 31, “con 300 y pico” peticiones, pero según Francisco Calviño “se nota que la gente compra flor más barata o que si antes gastaban diez euros ahora gastan cinco”. El gasto medio se sitúa “entre los 20 y los 25 euros” y en las elecciones de los coruñeses mandan los “crisantemos, las margaritas o los pompones Boris Becker”.
También se han modificado los tiempos. Antes había más encargos pero en estos momentos se impone elegir los centros a última hora a punto de entrar en el cementerio. Así lo corroboraron las enormes colas de gente de ayer en las que estaba, por ejemplo, María Quintela. “Llevo quince minutos esperando”, comentaba la clienta, que tenía previsto elegir las mismas flores de todos los años. Por su parte, Margarita Barrera reconocía que la “pilló el toro” porque el festivo coincidió entre semana y no tuvo tiempo para reservar sus flores, como suele hacer.
destrozos de jardineras
Entre unos y otros compradores también se acercaron a las floristerías de San Amaro personas que denunciaron el robo de sus ramos y que se vieron obligadas a gastar para comprar otra ofrenda. “Nos robaron la jardinera y las flores y el nicho está en un quinto piso”, explicaba Ana Bueno, que está harta de encontrarse la tumba de su abuela siempre sin los centros que coloca su familia cada cierto tiempo. Incluso, comenta, llegan a sustraerlos cuando los adornos son de plástico. Otra mujer afirmaba haber sufrido el robo de dos jardineras de cerámica en el camposanto de Feáns y exigía vigilantes de seguridad.
En contra de lo ocurre en otros lugares, no es la reventa lo que mueve estos actos delictivos. “Roban la flor para ponerla en la tumba de sus familiares porque no tienen dinero y tiran las jardineras”, aclara Calviño, cada vez más habituado a que sus clientes le cuenten este tipo de historias.
