El temporal de viento y lluvia deja tras de sí una docena de incidentes

El temporal de viento y lluvia deja tras de sí una docena de incidentes
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El temporal que ayer sacudió con fuerza la ciudad no solo la salpicó de lluvia, sino también de incidencias, que los servicios de emergencia calificaron de leves, pero que mantuvieron a los bomberos municipales en activo durante todo el día. Antenas caídas, cristales rotos, y ventanas colgantes obligaron a actuar una y otra vez a los efectivos del parque de A Grela, sobre todo a partir de la una de la tarde, cuando  el temporal descargó una tromba de agua, acompañada de fuertes vientos, que hicieron huir a los viandantes de las aceras para refugiarse bajo los soportales más cercanos.
La alerta naranja de ayer no solo superó en virulencia a la del lunes, que no había dejado ningún incidente que lamentar, sino también en duración: se prolongó el doble de tiempo, desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde, y durante todo ese tiempo la lluvia descargó de forma intermitente, acompañada de fuertes rachas de viento. 

casi el doble de agua
Los pluviómetros dieron fe del chaparrón que tuvieron que soportar los coruñeses, porque recogieron catorce litros de agua por metro cuadrado, lo que supone casi el doble que en la alerta naranja del lunes, cuando fueron ocho los litros registrados por MeteoGalicia. Pero mientras que para muchos empaparse fue lo peor que les dejó el mal tiempo de ayer, algunos descubrieron que no estaban a salvo de las inclemencias meteorológicas ni siquiera dentro de su casa. 
Porque muchas de las llamadas que recibieron los bomberos y que tuvieron que solventar consistían en cristales de ventanas que no habían podido soportar la fuerza del temporal: en Orillamar, en González Villar o en Ramón y Cajal. En algunos casos, incluso llegaron a arrancar la ventana entera, como ocurrió en un inmueble de Joaquín Planells. Hubo otros que tampoco pudieron disfrutar tranquilamente de la televisión en sus hogares, porque la fuerza del viento arrancó la antena de cuajo, como ocurrió en la avenida de Glasgow o en la calle Méjico o una farola cuyo capuchón resultó dañado en el Paseo Marítimo. La mayor parte de estas incidencias se vivieron alrededor de las dos y media de la tarde, cuando se dio lo peor del temporal y el viento llegó a alcanzar ráfagas de casi cien kilómetros por hora. 
Ya por la tarde, los bomberos solo tuvieron que acudir a dos emergencias, a medida que el temporal se alejaba y perdía fuerza. Estas incluyeron un tubo que se había atascado en Ángel Rebollo y un letrero en una librería en la calle de Marconi, a las seis de la tarde. 
Mientras tanto, en la costa, hubo una notable ausencia de incidencias, a pesar de las olas de seis metros que habían previsto en el anuncio de la alerta naranja. A esto contribuyó el que el Ayuntamiento había ordenado cerrar al público los arenales de Orzán y Riazor, prohibición que se mantuvo a lo largo del día.
Pero el temporal fue, sobre todo, la confirmación que el mal tiempo ha llegado a la ciudad para quedarse. Por lo menos, los próximos días.

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