La tasa a las bolsas de plástico cambia los hábitos de la mayoría de coruñeses

La tasa a las bolsas de plástico cambia los hábitos de la mayoría de coruñeses
Muchas personas ya se acuerdan de salir de casa con sus propias bolsas | javier alborés

Hace meses e incluso años que la mayoría de los supermercados cobran las bolsas de plástico, pero el pasado 1 de julio la norma llegó a todo tipo de pequeños comercios, que ahora se adaptan como pueden al cambio en la atención a los clientes. En los primeros días, cuentan, surgieron numerosas protestas entre los coruñeses pero casi tres semanas después la mayoría rechaza comprar estos productos tanto por cuestiones económicas como medioambientales.
En las últimas semanas se ven menos bolsas de plástico por las calles de A Coruña y no solo porque el consumo esté muy tocado. Desde que prácticamente todos los negocios empezaron a ponerles un precio los vecinos iniciaron una adaptación a pasos agigantados. A casi nadie le gusta pagar por estos envoltorios y eso derivó en protestas en las primeras jornadas de implantación de las tarifas. “La gente se quejó porque dijo que parece que si paga no contamina y si no paga sí”, recordaron en un comercio del centro. Con esa misma frase se encontraron al otro lado del mostrador de otros establecimientos.
Pero por norma general los ciudadanos han aceptado de buen grado este cambio que toca de lleno a sus costumbres. “Estamos sacando muchas menos de la mitad de las que dábamos antes”, afirman en la Librería Nobel, que pertenece a uno de los nuevos subsectores afectados por el decreto gubernamental. Dicen que sus clientes ya quieren “acostumbrarse” para cuando estos contenedores se retiren totalmente del mercado. Además, en los hiper (a excepción de los gallegos Gadis y Froiz) ya llevaban tiempo cobrándolos y se llevaban de casa.
En los estancos también toca abonar los céntimos de más por lo que salvo aquellas personas que adquieren cartones o productos que abultan más las bolsas se quedan en las estanterías. “El 90% de los compradores ya no las quieren”, dicen en un local de la plaza de Pontevedra, donde creen que hasta ahora había mucho vicio porque se pedía “para una cajetilla y hasta para unos sellos”.

Protestas y comprensión
La orden también ha llegado a las farmacias y dicen que “ha bajado” la demanda, pero también el Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña (COFC) ayudó porque repartió recipientes de papel. Ramón Sáez, de la junta de Gobierno de la entidad, explica que se distribuyeron algunas “para hacer campaña, igual que los carteles”.
“La gente puede protestar pero al final todo el mundo lo entiende”, reflexiona después de conocer las impresiones de las oficinas de farmacia de la ciudad. Quizá lo más difícil es que los compañeros se “acostumbren” a ofrecerlas ahora y, pese a que da “cierto reparo cobrarlas, se habla de ello con los pacientes por el tema de la contaminación” y ya está.
Esa vergüenza surge en los mercados. Por ejemplo, en las pescaderías de la plaza de Lugo solo deben cobrar la última pero al principio surgieron muchas dudas porque tenían que pedir los céntimos de más cuando normalmente redondean a la baja los céntimos para sus clientes. l

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