Un sospechoso incendio arrasa un edificio okupado que iba a demolerse

Un sospechoso incendio arrasa un edificio okupado que iba a demolerse
Las cuatro plantas del edificio ardieron sin que nadie resultara herido | pedro puig

Una enorme nube de humo que se levantó sobre la ciudad alrededor de la dos de la tarde procedente de un incendio en A Falperra. Aunque los bomberos acudieron en apenas unos minutos a extinguir el fuego que se había declarado en la calle de Fuente Seca del Monte, ya era demasiado tarde: veinte minutos después de que comenzaran las labores de extinción, un estruendo anunció que se habían derrumbado las cuatro plantas del viejo inmueble. “No hubo nada que hacer, la estructura era de madera”, comentó el sargento Francisco Ríos. Ahora, las autoridades buscan al joven que se sabe que residía allí de forma irregular desde hacía bastante tiempo para aclarar cómo pudo comenzar el fuego.

La última vez que se le vio, el joven okupa con sobrepeso había abandonado el edificio llevando sus pertenencias en unas bolsas azules de Ikea. Fue durante el descanso de unos operarios que había instalando un andamio como paso previo a su demolición. Poco después, comenzó a salir una gran humareda del cuarto piso, alarmando a los transeúntes y a toda la ciudad. A medida que se extendía impulsado por el viento pasaba por encima de Cuatro Caminos y Fernandez Latorre, donde provocó una falsa alarma porque los testigos, creían que el incedio era allí.

Explosión del tejado
La Policía Local tuvo que cortar la calle de La Falperra desde Juan Flórez para que los bomberos pudieran trabajar y al mismo tiempo se pidió a los vecinos y a una guardería de la calle que cerraran las ventanas para evitar que el humo se filtrara en sus habitaciones, aunque no fue necesario evacuar a los niños, dado que el centro contaba con una salida segura. A medida que el fuego devoraba el viejo edificio, se hacía evidente que era imposible sofocarlo. “Aprovechamos el andamio que acaban de instalar para subir y comprobar los daños”, explicó Ríos. En un principio, la planta más afectada parecía la cuarta, sobre todo cuando el techo de uralita, por efecto del calor, estalló, lanzando pedazos de material por los aires.

Sin embargo, pronto se hizo evidente que el edificio entero estaba perdido, por eso no había ningún bombero en el interior cuando se desplomó. “Tuvimos la prudencia de no entrar, y acertamos”, explicó el sargento el mando. El edificio estaba rodeado por un descampado por uno de sus lados y el fuego no llegó a extenderse a inmuebles colindantes gracias a la labor de control de los servicios de emergencia. “No hay más daños materiales que el edificio”, explicó el sargento Ríos.

Más de dos horas de lucha
La rápida expansión del fuego pudo deberse a los materiales acumulados en el edificio, aunque se sospecha que debía haber colchones y otros objetos que sirvieron como combustible. La virulencia de las llamas fue tal que no consiguió controlarse hasta pasadas dos horas y media de lucha contra el fuego y para conseguirlo fue necesario traer tres camiones con miles de litros de agua, además de conectar con hidrantes varias mangueras. En total, calculan que pueden haber empleado 25.000 litros. “Lo único que podíamos hacer era echar agua desde lo alto, usando la autoescalera”, explicaron
Horas después de darse por controlado, los bombero mantuvieron un equipo en la pequeña calle que se encargaba de refrigerar los puntos calientes. “Hay mucho escombro allí metido y, además, el edificio es viejo, con estructura de madera”, señaló Ríos. El inmueble quedó destruido, así que la empresa lucense de demolición no le queda más que retirar los andamios que acababa de levantar.

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