“Siempre tuve libertad para escribir lo que quise; no dependí del público para vivir”

“Siempre tuve libertad para escribir lo que quise; no dependí del público para vivir”
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Abierta y mordaz, la novelista Marina Mayoral no tiene problemas para revelar con sinceridad que está en uno de los mejores momentos de su vida porque está haciendo, únicamente, lo que le gusta. La escritora, también catedrática de Literatura, optó por la prejubilación para centrarse por completo en su pasión. “Después de 40 años dije ya está bien de dar clase, voy a dedicarme a escribir”, rememora. 
Sin ningún tipo de traba, la Marina Mayoral más auténtica sale a relucir desde el minuto uno. “De jovencita me presenté a cátedras para tener la libertad de escribir lo que quisiera; no quería depender del público para vivir”, cuenta. 
Quizá gracias a su paso por el funcionariado y a esa cierta seguridad –una etapa en la que sus alumnos salieron “sobre todo poetas, más que novelistas”–, hoy podemos leer un sinfín de textos nacidos de las “fabulaciones” de la mindoniense. 
Inventos o historias como la que ayer presentó en la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán, titulada “El abrazo” y salida al mercado en mayo. Aunque el punto de partida de esta novela podría ser real, no es tal. 
“No me suelo basar en historias reales salvo en “Chamábase Luis” que era un reportaje y se convirtió en un libro”, comenta. “No parto de hechos reales pero sí de sucesos parecidos a la realidad”, añade. Puntos de partida como el del abrazo que se dieron la mujer y el hermano de Federico, su último protagonista, mientras él permanecía en coma. 
“Me interesa el tema de las muertes clínicas: he conocido casos sorprendentes e, incluso, inquietantes y de ahí surgió esta historia”, confiesa. Las personas que han vivido esa experiencia “te cuentan que en ese trance repasaron toda su vida”. 
La idea “literariamente me interesa” dice, desgranando parte del camino que sigue la historia. Pero su indagación en el interior de Federico avanza y estudia la anatomía de su angustia. “En algunos momentos tiene la certeza de que entre su mujer y su hermano hay algo más”, destaca. 
Sin embargo, parafrasea a Unamuno recordando que “la certeza al ser humano le es negada”. “Federico está muy empeñado en saber que sienten y yo casi dialogo con mis personajes porque todo ser humano tiene un reducto íntimo”, reflexiona, aunque entiende que no siempre hay que ir más allá para descubrirlo todo. 
Con la exploración de los sentimientos, “El abrazo” atrae al lector hasta que este se siente reflejado en la novela porque la angustia “es un sentimiento muy común”. Lo dice Mayoral y muchos más: “Todos podemos abrigar dudas sobre los sentimientos de una persona y eso se puede convertir en un infierno”. 
Puede ocurrir lo mismo para algunos de sus seguidores con sus obras puesto que se decanta por “los finales abiertos” para que cada cual, “por su carácter y experiencia”, cierre el cuento. 
Pero antes de llegar a ese punto la autora deja reposar sus textos y los relee un tiempo después a modo de corrección, algo que recomienda al resto de escritores. 
“A todo el que escribe y ha estado trabajando en una cosa le da cierto miedo leerla pero cuando te apartas lo ves con unos ojos parecidos al del lector y adviertes cosas en las que no te habías percatado”. A veces hay que volver a empezar a escribir... y a leer.

“Siempre tuve libertad para escribir lo que quise; no dependí del público para vivir”

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