Si tú lees, ellos leen

Si tú lees, ellos leen
23 JULIO 2007 PAGINA 19 MADRID, 22/07/07.- Casi la mitad de los lectores españoles, el 48,2 por ciento de un total de poco m·s de 21 millones de personas, prefiere para sus compras las librerias tradicionales, donde el trato es m·s pe

Abril, que hoy ya termina, es el mes de las letras por excelencia. Recientemente, coincidiendo con la festividad San Jorge, celebrábamos el Día del Libro. Son ya tradicionales las imágenes de las maratonianas lecturas a viva voz de El Quijote y también la de los autores del momento firmando ejemplares en el parque del Retiro. Todos ellos son actos que se reproducen en muchas ciudades a lo largo y ancho de nuestra geografía y se han establecido como tradiciones que transmiten serenidad y un cierto punto alegre, que van en consonancia con lo que significa la lectura.

También junto a estas noticias que siempre esperamos, año tras año, se suceden las referencias a las cifras de los hábitos lectores. Como saben, tengo predilección por toda cuanta estadística se publica pero más en este caso en el que, como lectora, presto atención por si el baile de números resulta positivo y nos transmite una cierta esperanza. Y efectivamente, en contra de todo pronóstico que los más pesimistas puedan tener, en este país se lee. Así se desprende por ejemplo del informe ”La lectura en España”, elaborado en 2017 por la Federación de Gremios de Editores de España, en el que se señala que la oferta editorial continúa ampliándose. 

Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su última encuesta de hábitos y prácticas culturales sitúa la tasa de lectores anuales en un 62,2 por ciento de la población total, dato que asciende de manera significativa según el nivel de estudios. También se destaca que la mayoría prefiere el libro en formato papel y que las mujeres somos grandes lectoras.
Bibliotecas

El INE también señala que una de cada cuatro personas asiste a una biblioteca o accede a ella por Internet. A simple vista y con casi total seguridad, bien podríamos deducir que en el caso de A Coruña este dato se cumple con creces ya que la red coruñesa de bibliotecas municipales destaca, además de por su buen hacer y servicio, por la gran afluencia de público. 

Seguro que esto ayuda a que entre su personal se destaca una clara vocación al servicio de las letras y por la originalidad de sus propuestas. Por ejemplo la última, que aparecía publicada hace unos días en este periódico, sobre un nuevo servicio de información que se despacha por la aplicación WhatsApp, con el objetivo de ser una especie de guía para orientar sobre todos sus recursos. Pero, lamentablemente, no todos los datos resultan halagüeños. Como también señala el citado informe sobre la lectura en España, se está dando una disminución progresiva del número de librerías lo cual tiene un impacto en las redes culturales y sociales, sobre todo las de carácter local. Esto me recuerda a lo que sucedía en la película Tienes un e-Mail –el famoso remake de El bazar de las sorpresas– en el que una gran cadena de librerías de Nueva York engullía a una pequeña y encantadora tienda de cuentos infantiles. También me lleva a revivir las sensaciones que me produjeron el cierre de la Librería Souto que significó, para gran parte de los lucenses, el fin de una época.

Una conocida me preguntó sorprendida hace poco que cómo hacíamos en nuestra familia para hacer del libro el regalo estrella y que cuál era el secreto por el que cuando regalábamos libros a los pequeños de la familia, ellos se quedaban encantados. La respuesta, a simple vista, puede resultar sencilla: apreciar la lectura y los cuentos desde que uno nace. Cuando era pequeña recuerdo que lo mejor de tener la varicela o un fuerte catarro era recibir un libro y ahora, con unos cuantos años más, me emociona recibir por mi santo o cumpleaños un paquete envuelto con papel de regalo de mi librería favorita. Me gusta apuntar a lápiz, por si la memoria me falla dentro de un tiempo, quién y cuándo me regaló ese libro aunque algunos, como ese ejemplar de La Casa de la Troya que guardo como oro en paño, no necesiten de ningún apunte.

Los libros contienen historias que acompañan, que forman y desarrollan la imaginación. Consultamos un libro para nuestro trabajo o acudimos al recetario de la Marquesa de Paravere cuando queremos recordar la verdadera receta del helado de mantecado. Releemos también esas novelas escritas siglos atrás cuando queremos pasar una tarde en la campiña inglesa con una taza de té en la mano. Si, por el contrario, nos apetece situarnos en la vida real empezamos una buena biografía de un personaje fascinante. Y si lo que queremos es enseñar a leer, tendremos que saber contar un cuento y explicar que leer es como subirse a una alfombra voladora, al menos eso es lo que está dibujado en un marcapáginas, que todavía conservo, del primer día del libro que recuerdo. 

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