Las salas pequeñas de teatro se desmarcan por la cercanía y la libertad escénica

Las salas pequeñas de teatro se desmarcan por la cercanía y la libertad escénica
28 diciembre 2014 página 04 A Coruña.- La sala La Tuerka 27 celebra su tercer aniversario

Pasan desapercibidas para el transeúnte. Apenas unos carteles en la puerta y pequeños grupos de gente a la entrada de cada función. Y es que la chicha de las pequeñas salas de teatro de la ciudad está pasado el umbral de la puerta. La “cara b” de la programación se alimenta con la receta de la cercanía. Así lo asegura Iria Ares, de La Tuerka 27.
Su local de doctor Fleming fue el primero donde los coruñeses pudieron ver microteatro, una fórmula que comenzó causando revuelo en Madrid y que atravesó la meseta para confirmar que el teatro es más emocionante todavía en la distancia corta. Escuchando cómo respiran los intérpretes, los espectadores sienten las historias como suyas. Eso sí, no caben más de diez porque sino se perdería la esencia.
Después de tres años pegando y despegando títulos del cristal, La Tuerka 27 lleva desde septiembre dándole a su público lo que le llevaba pidiendo desde hace tiempo. Y es que su éxito consiste en estar igual de pegados a la butaca que cuando salen a la palestra a actuar. Así, el metroteatro va en la línea de lo anterior con la ventaja de que unas piezas no interfieren con las otras  y no hay más ruido que la dramaturgia.

el agra
Por su parte, el barrio del Agra se erige como uno de los ejes de la cultura alternativa. En Manicómicos colgaban hace dos días los “monos” de obra después de participar en la Cabalgata de los Reyes Magos. Sin embargo, el futuro es imprevisible. Solo tienen atado con el Ayuntamiento un par de eventos al año. El resto son colaboraciones altruistas para llevar la escena a la calle como cuando salieron con sus bártulos a reclamar derechos para la mujer en Agra Civis.
A pesar de que no es nada fácil, siguen en pie. Quizá, la culpa la tienen el peso y la responsabilidad que conlleva el hecho de saber que son vivero de talentos. Y eso no se cuenta con billetes. En un par de calles más adentro de uno de los distritos más poblados de Europa, Carlos Clemente Martínez hace cábalas sobre cómo se presenta 2015. Para el primer semestre la sala Gurugú cuenta con seguir, pero a partir de junio es una incógnita: “Las cosas están muy complicadas”.
Su programación arrancará el 17 con la primera sesión del ciclo Teatro en Familia, que este año será muy especial porque entre sus planes está el de incentivar a la población inmigrante que colinda puerta con puerta con Gurugú a que entren en el local. Es por eso que la escena se teñirá de solidaria con una primera cita el 25 de este mes a favor de la ONG Ecodesarrollo Gaia, donde Danthea Teatro y Amadú, un colectivo que juega con las sombras, harán volar la imaginación de los niños y los fondos también se podrán alas para llegar a Senegal.
La organización levantó allí una escuela llamada Coruña, aunque la taquilla que recauden ese día se convertirá en medicamentos. No solo con esto, Gurugú tratará de ser un imán reservando un porcentaje de entradas todos los fines de semana a niños en situación de posible exclusión social, en concreto, a pequeños inmigrantes porque Carlos explica que “todo el público que tenemos no es de la zona. Son espectadores que suelen llevar a sus hijos al teatro”. De esta forma, la iniciativa también servirá para promocionar el habitáculo.
Así es que el objetivo para 2015 pasará por derribar las barreras y facilitar los medios a esta gente que no se siente identificada: “Servicios Sociales hacen cosas y el centro Ágora también, pero no llegan”. Y aunque no está de acuerdo con ofrecer espectáculos gratuitos, el espacio necesita comunicar con su barrio. Y su barrio son ellos. La otra novedad tendrá que ver con las mujeres. Ellas protagonizarán un ciclo ya bien sea por destacar como directoras de compañías o encima del escenario.
El apartado empezará en febrero y se agrupará en torno al pequeño formato. Explica el responsable que su fórmula radica en piezas pensadas para salas como la suya donde 60 personas suman un lleno. Sin embargo, esto no es sinónimo de microteatro porque la duración supera los 15 minutos: “Normalmente las obras parten de los 30 minutos y pueden llegar a los 50”.
El público adulto le dará el pistoletazo de salida al fin de semana teatral en Gurugú. Para darle el testigo a los más bajitos de la casa. En concreto, la sala recibirá para el ciclo de Teatro en Familia, un 50% de financiación por parte del Agadic. La otra mitad irá a taquilla en lo que será la segunda temporada inscritos en la Red Galega de Teatros.

los rosales
Teatro del Andamio es otro de los ejemplos de cómo se puede dinamizar un barrio que si no fuera por ellos, tendría que buscar ofertas de ocio para sus niños fuera del 15.011. Nada más lejos de la realidad. El proyecto que inició el ya fallecido Álvaro Guevara y Tatiana Likhacheva en 2001 no ha dejado de dar resultados que son pequeños familiarizados con el teatro desde que están en la cuna. Que acuden a su sesión del fin de semana con la misma costumbre que juegan al brilé en la plaza Elíptica.
La que también es compañía ha parido en todo este tiempo 18 obras tanto para el público infantil como para los mayores. Participando fuera de los Pirineos de la fiesta del teatro como cuando Guevara llevó a Kazajistán su versión de “La lengua de las mariposas”, de Manuel Rivas, o la compañía participó en un festival ruso con “La verdadera historia de la cigarra y la hormiga”.
Después de organizar la octava edición de su entrega navideña de teatro infantil, Teatro del Andamio estrena el año con “El Gato con botas”, de App Creacións, que se podrá ver el sábado, a las 18.00 horas y el domingo, a las 12.30 y 18.00 horas. Que es la única forma de saber que están vivos. Programando.

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