Reportaje | La toponimia histórica de la ciudad de La Coruña

Reportaje | La toponimia histórica de la ciudad de 
La Coruña
Atlas antiguo y de geografía clásica de 1912

No deseo entrar en polémica alguna acerca de la referencia histórica de la ciudad. Todas las propuestas son interesantes y dignas de estudio, pero dicho esto, quiero aportar la versión histórica del nombre propio de “La Coruña”.
La hoy ciudad cosmopolita que conocemos tuvo varios nombres a lo largo de su historia, aunque todos bajo un mismo tronco en común, bien como lengua de tierra que se adentra en el mar o bien como columna de Hércules, propiciada por los navegantes y comerciantes fenicios.
En el primer tronco está la denominación celta bajo la influencia semita de los fenicios de “Gahl-Corny”, que posiblemente sería “Gall-Corum”. Los romanos la conocieron por el nombre de “Adrobicum” y las tribus de godos o suevos se refirieron a ella como “Coruna” o “Corunatum”.
Corre el año 406 cuando las tribus germánicas traspasan los límites del Imperio Romano y se asientan en Gallaecia. En el 585, los visigodos conquistan este reino de la mano de Leovigildo, que lo incorpora a la corona de Toledo después de derrotar al rey galaico Andeca, por lo que el antiguo Reino de Galicia dura apenas 174 años. El rey de mayor interés sería Theodomiro y su reinado va del año 559 al 570, en el que fue conocido también como Miro.

Las tierras de Galicia, según los griegos, estaban ocupadas por los “Oestrimnios”, una raza de guerreros que se dividía en numerosas tribus muy belicosas, por lo que los celtas aquí asentados la conocían como “Gahl-Corny”. Según Ptolomeo en el año 69, época de Flavio Vespasiano, se denominaba “Callaicorum Lucensium”, puerto natural de “Flavium Brigantium” y según el mismo historiador en el siglo II se la conoce como “Magnus Portus Adrobicum”, cuya plaza fuerte era “Brigantium” y en donde habían residido los principales caudillos de la zona céltica entre los que estaría el mítico Breogán, al que se le atribuye el haber levantado la primera columna de Hércules con que contó este burgo. Por tanto había vida antes de Roma.
En el año 572, con motivo de la celebración del II Concilio de Braga, el rey Miro (Theodomiro) hace cesión del término de Faro y de Corunatum, a la silla Episcopal de Iria-Flavia, la cual era sufragánea de Lugo, por lo que “Faro” sería la Columna de Hércules o Breogán, incluida su fortificación, y “Corunatum”, el burgo donde se alojaría la población, en lo que se denomina Ciudad Alta.

En el Códice
En el Códice Calixtino escrito entre 1119 y 1124, y que consta de cinco libros, figura por vez primera el nombre de “Crunia”. Ya no se denominaba “Faro” sino “Villa de la Crunia” en 1147, pasando de ser “Coruna” o “Corunatum”, a “Crunia”, (latín) hasta que en 1180 se habla del “Foro dos Cregos da Cruña” (gallego). Así consta reflejado en los Libros de Actas municipales del 15 de enero de 1574, folios 18-21, con el epígrafe “Aquesta he a carta do foro dos Cregos”.
En 1298, mediante un privilegio fechado el 14 de febrero en Valladolid, el rey Fernando IV, concede a la “villa de la Coruña” (castellano) exenciones de tributos monetarios a los monederos del Reino. Desde este preciso instante se conoce a lo largo de la historia como “Coruña”. Paradójicamente la forma oficial de “La Coruña” se comienza a usar desde los inicios de la II República, antes había sido “Coruña”.
Para finalizar, conviene aclarar que “Gahl Corny” significa lengua de tierra, lo que siempre fue La Coruña, que se adentra en el mar, hasta la anexión del Ayuntamiento de Oza el 1 de octubre de 1912. “Coruna” y sus derivados hasta la actualidad están sujetos a la columna de Breogán como los gaélicos le denominaban. De ambos nombres deriva la toponimia de nuestra ciudad. De modo que el compendio de libros de las invasiones irlandesas “Lebor Gabála” comienza a escribirse entre el siglo XI-XII y comprende una serie de historias, mitología, leyendas, folklore y religión, escrito en la lengua gaélica irlandesa entre el año 800 y 1200, traducido al francés en 1884 e inglés entre 1937-1942.
Por ello “Cruinn”, en gaélico, está referido a la forma de la columna de Breogán, que según ellos, fue levantada por él. Todo lo relacionado con la tardía historia de “Lebor Gabála” se refiere al propio faro milenario, lo que suponía una columna sagrada envuelta en un círculo mágico por donde se ascendía a lo alto mediante una rampa de caracol. Esto para los gaélicos era mitológico, un homenaje en Nerio a la deidad solar que descansaba en las profundidades marinas cuando teñía de un rojo inquieto el horizonte y acto seguido dejaba caer con violencia la fría noche que todo lo envolvía en la temerosa oscuridad.

Fenicios
Finalmente señalar que las islas Casitérides o del Estaño no son las actuales islas británicas. Estas en la época eran conocidas como las Sorlingas. Las islas del Estaño se identifican con las minas de Galicia, de donde los fenicios obtenían aquel preciado metal que luego exportaban a todo el Mediterráneo, pero de este modo, señalándolas en medio del océano, los griegos en su persecución se perdían en la inmensidad del mar Atlántico, cuyo faro construyeron con una rampa que lo recorría hasta la cima y sus plantas eran independientes entre sí. Tampoco eran pueblo que se estableciese de forma permanente. Una de sus construcciones importantes para el tratado del mineral que extraían de Galicia se hallaba en la actual punta Langosteira y con la construcción del nuevo pantanal se destruyó un vestigio importante del pasado más enigmático de nuestra historia: la presencia de los mercaderes fenicios en nuestras costas y con ello el tráfico comercial que generaba su presencia. Posteriormente los romanos, después de la caída de los cartagineses, emplearon aquellos bizarros marinos en sus escuadras y comienzan a explotar con intensidad las antiguas minas fenicias dispersas por toda Galicia.
Obsérvese el plano que ilustra esta crónica y léase su toponimia en la cual era Brigantium y Adrobicum, lo mismo que otros diversos pueblos que estaban poblados por las tribus celtas que ocupaban la extensión de la Galicia de entonces, que, como se puede ver, sus límites llegaban al río Douro, el castellano Duero.

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