Reportaje | La solidaridad coruñesa facilita un aniversario con mucha tela

Reportaje | La solidaridad coruñesa facilita un aniversario con mucha tela
Varias personas buscan prendas entre el mobiliario reciclado por Padre Rubinos | javier alborés

El camino recorrido parece largo por los cambios que ha experimentado la recogida de ropa en la ciudad en estos últimos meses, pero hace tan solo un año que el Instituto Benéfico Social Padre Rubinos reabrió parte de sus antiguas instalaciones en Labañou para albergar la tienda solidaria Reestrenar. Aquella inauguración del 27 de mayo de 2016 fue el último paso para cuadrar su nuevo modelo de ropero, en el que todas las donaciones tienen un destino como parte de un proyecto de inserción laboral de algunos usuarios del albergue de transeúntes.


La institución quiso dar un paso más allá y no funcionar únicamente como sustento sino como motor para la reactivación de la vida de personas castigadas por la crisis y lo ha conseguido con un pequeño grupo de trabajadores contratados en tan solo un año. Se profesionalizó el ropero –ubicado también en Labañou– y desde allí se distribuyen prendas al nuevo refugio o a los establecimientos de segunda mano de Padre Rubinos (el pasado 29 de marzo se estrenó el segundo en Ángel Senra para acercarse un poco más al consumidor objetivo).


Otra parte de la tela que llega al almacén va directamente al taller prelaboral de costura, que ya confecciona productos para la hostelería con marca propia, y la tela que ya no sirve se vende a una empresa que vuelve a crear hilo, de manera que se cierra el círculo y llegan unos ingresos que permiten mantener los salarios de los operarios contratados por Padre Rubinos para todo el proceso.


Sobre el primer cumpleaños del comercio de Labañou, Blanca Rodríguez –que lo coordina junto a Daniel Maceiras– cuenta que “ha ido bastante bien”. “Cada vez nos conoce más gente”, afirma sobre ese negocio que nació del reciclaje al cubo. Se reaprovechó una de las estancias del antiguo Padre Rubinos, se preparó la decoración a base de literas antiguas y cacerolas viejas y se echó mano de la tela con cierto uso que van donando los coruñeses.


“La ropa que está en mejores condiciones va al albergue pero hay cosas que no encajan como algunos botas de fútbol, vestidos de boda...”, cuenta Blanca, y aquello que no tiene salida pronto va a parar al “baúl de las requetebajas”. En Reestrenar quien no compra es porque no quiere.


El stock se mueve de forma constante porque desde la entidad calculan que reciben “entre 15 y 20 toneladas” de donaciones al día. "Esta es una tienda ciudadana porque dependemos de la gente”, resume la coordinadora.

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