Reportaje | El Síndrome de Asperger, un trastorno que está en boca de todos

Reportaje | El Síndrome de Asperger, un trastorno que está  en boca de todos
En los colegios, los profesores están sensibilizados y rápidamente detectan síntomas en los niños | Ismael Herrero

Asperga son cinco psicólogos, una logopeda, una terapeuta ocupacional y una trabajadora social, aupados por un equipo de administración y una gerente que vieron como en un solo mes entraron por la puerta 17 nuevos socios de los 217 que son. 
Y es que el Síndrome de Asperger está en boca de todos, de las mamás en los coles hablando de que se detectaron varios casos con síntomas en la clase de sus niños, en la tele cuando le ponen cara al trastorno y sale un Steven Spielberg o un Anthony Hopkins o en internet, con la cantidad de información disponible. 
Es por eso que son muchos los adultos que de repente se ven reflejados en unas pautas que llevan repitiendo toda la vida y es por eso también que educadores, padres y sanitarios reaccionan más rápido que antes ante ciertas conductas de los chavales que les hacen titubear y van al médico. Comprueban si su pequeño padece esta variante que entra dentro del TEA (Trastorno del Espectro Autista), pero que despista. Cuenta una de las psicólogas de Asperga, Paloma Rodríguez, que los enfermos manejan bien el lenguaje y tienen un nivel de inteligencia normal. 
Esto les ayuda a crear sus propias herramientas para solventar las dificultades que se encuentran por el camino. 
Aquí son tratados de forma multidisciplinar y además del apoyo psicológico, acuden a terapia ocupacional y al logopeda para potenciar su autonomía y aprender a gestionar las emociones. En el proceso, participan en sesiones grupales, donde se encuentran con otros semejantes y comparten experiencias.  
A los que sufren el Síndrome de Asperger les cuesta identificar las emociones de los demás, a veces incluso las suyas: “Y no saben distinguir las intenciones de los otros”. 
Aunque un alto porcentaje alto tienen altas capacidades, esto no significa que todos los que lo tengan son superdotados. Explican desde el colectivo que en lo que les interesa suelen ser extremadamente buenos. Y es fundamental diagnosticarlos desde pequeños porque aunque aprendidas, adoptarán conductas para desenvolverse con normalidad y saber lo que tienen que hacer cuando llegan a los sitios, “con ciertos momentos de crisis que no van a ser capaces de controlar”, eso sí.  

Un bucle
Paloma asegura que es un bucle porque el trastorno se da a conocer y la gente se identifica así que con una cita de orientación, donde se les aconseja sobre lo que hay que trabajar, comienza el tratamiento. 
En este sentido, la experta señala que existen tres grandes áreas. La primera es la de la comunicación porque a pesar de que la verbal la dominan, la gestual no. Y tampoco la interpretan, al igual que los dobles sentidos, las bromas y las ironías: “Si hablas normal, te entienden perfectamente, pero si lo haces de una manera abstracta puede que se pierdan”. En cuanto a la interacción social recíproca, “no saben cómo iniciar una conversación o cuándo finalizarla”. 
Muchas veces no hablan porque no saben cuándo tienen que hablar o “si les van a interrumpir, entonces tienen falta de interés por sociabilizar debido a estas lagunas”. Esto les puede generar dificultades en el trabajo. 
Por último, están los intereses restringidos o los comportamientos repetitivos, que les llevan a tener una querencia muy acuciante por algo, por ejemplo, “a un niño que le gusten las muñecas es normal, pero que tenga 300 muñecas y las peine y las vista todos los días no”. 
Son preocupaciones inusuales o fijaciones en elementos como las matrículas de los coches. Cuenta Paloma que tienden a mover mucho las manos y a seguir rituales, “decir de la misma manera siempre las cosas y si  otros no lo hacen así se pueden frustrar y suelen corregir”. En este apartado, también está la hipersensibilidad sensorial. Pueden sentirse molestos con ruidos o de cara a la alimentación llegar a ser muy selectivos eligiendo lo que comen por su textura o color. En este aspecto, la psicóloga destaca que esto puede derivar en una dieta poco equilibrada. 
La autoestimulación sensorial es otro de los síntomas más comunes. Una persona con Síndrome de Asperger puede estar mirando cómo rueda un coche mucho tiempo seguido sin cansarse. No muestran el enfado ni el miedo, “la gente que tiene manierismo lo expresa por ahí, mueve las manos o da palmas y esto hace que a los demás les extrañe. Causa un deterioro social”. Que todo este se sepa es bueno para que los afectados le pongan freno a sus debilidades.  l

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