Reportaje | La petanca y su particular lucha contra el paso del tiempo

Reportaje | La petanca y su particular lucha contra el paso del tiempo
Un pequeño parque cercano al cementerio de San Amaro es el lugar donde los aficionados pueden disfrutar de este deporte | patricia g. fraga

Carlos llega puntual. Con un rastrillo, comienza a alisar la tierra de un pequeño parque cercano al cementerio coruñés de San Amaro. Tras delimitar la cancha de juego con unos cordeles, los demás participantes comienzan a llegar, hasta juntarse un total de siete, y se predisponen a jugar su partida de petanca.
Se trata de un deporte que se creó en Francia hace más de cien años y que, pese a que cuenta con federaciones y ligas amateur en muchos lugares de España, en la ciudad coruñesa se enfrenta a un posible desvanecimiento, como tantas otras tradiciones que se perdieron por el camino. “La gente muere y no se transmite entre generaciones”, asume Federico.
Este pequeño aunque fiel grupo de la petanca continua reuniéndose todos los martes, jueves y viernes del año, en la búsqueda de nuevos jugadores y con un único objetivo: poder perpetuar este deporte.
“Pico a los demás y me gusta el cachondeo. Si no no venía, que tengo 76 años”, dice Antonio, que fue jugador federado de petanca durante siete años. Este deporte cuenta con todos los elementos competitivos . “No solo es puntería, como en la llave”. Hay estrategias y se puede jugar a atacar o a defender. En las competiciones oficiales existe un árbitro, ya que la distancia contada en milímetros entre las bolas puede marcar la victoria o la derrota en favor de uno u otro equipo.
Falta de espacios
Sin embargo, el paso del tiempo y la pérdida de esta tradición deportiva de generación en generación no son sus únicas amenazas.
“Hace 40 años, en Puerta Real y en el parque de Santa Margarita se reunían varios equipos para jugar sus partidos”, señalan los jugadores. Hoy todas estas pistas han desaparecido y la petanca se ha visto relegada al parque y a otros lugares públicos que no fueron creados para esta práctica: “No hay ni una pista en toda la ciudad”. Las competiciones amateurs estaban organizadas por cafeterías o bares en las que el dueño estaba implicado. Pero esta práctica también ha desaparecido, limitando al deporte a un ámbito lúdico o de entretenimiento, relegado al espacio familiar.
Federico, gallego de nacimiento, aunque con un reconocible acento argentino tras pasar 45 años en el país sudamericano, explica lo generalizada que está la petanca en muchos otros países. “En Argentina, en todos los barrios, hay canchas para bochar las bolas. Incluso en Pontevedra hay gran tradición y apoyo local”.
Los aficionados a la petanca del barrio de Orillamar demandan desde hace años un lugar apto para la práctica de la petanca: “En la Torre hay una cancha para jugar a la llave que nunca se usa”. “Hemos intentado contactar con el Ayuntamiento para esta propuesta, pero no hemos recibido respuesta alguna”, señalan Además justifican que “una pista de petanca no requiere una gran inversión económica”. Carlos, Federico y Antonio defienden que, pese a tener un interés personal en que la petanca obtenga más difusión y nuevos espacios, “es necesario buscar y atraer más gente que lo haya practicado o que tenga gusto por aprender un nuevo deporte”.
Un nuevo espacio, con las medidas reglamentarias y el acceso a material favorecería su práctica. “Que no se vea como un deporte de viejos”, que desgraciadamente es la percepción generalizada que la sociedad tiene de la petanca.

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