Reportaje | Perdidos en la gran ciudad y sin fibra óptica

Reportaje | Perdidos en la gran ciudad y sin fibra óptica
Los residentes se quejan del abandono | pedro puig

La única fibra que llega a San Cristóbal das Viñas viaja en bolsas de cereales. La “óptica” es todavía una especie de utopía al otro lado de O Birloque donde los megas están en cuadro y la única banda ancha es la que utilizan los jugadores del Depor cuando están a punto de salir a jugar. Ana Vilariño cuenta que cuando conoció al que hoy es su pareja le dijo que vivía en una aldea de A Coruña.
Ahora que él es uno más comparten las tardes de domingo viendo series a trompicones: “Una tele que compramos hace poco se cortaba todo el rato”.
En un hueco de la ciudad, el barrio resiste. Por sus calles no han visto a ningún barrendero con escoba. Tampoco a uno de esos con cuatro ruedas y rodillo incorporado que limpia las cunetas y los vecinos y la maleza son elementos fijos de un paisaje sobre el que pastan las ovejas. Las malas hierbas tienen barra libre en un firme sobre el que doce con DNI pasan los días con la vegetación más fea como compañera.
Vilariño cuenta que en septiembre, un vecino se reunió con responsables de Urbanismo para pedir un mínimo de atención. Los afectados denunciaron el retraso: “Llevamos 20 años igual”. El abandono se puede ver hasta en una explanada frente a la iglesia, donde antes podían aparcar los coches: “En la actualidad está inservible por los arbustos”.

El representante exigió la reparación de este reservado y un orden en una zona a la que la Tercera Ronda partió en dos y surtió de tierra. La fueron amontonando los de Fomento al construir la circunvalación y nadie la vino a retirar: “Como es responsabilidad del Ministerio, el Ayuntamiento no se hace cargo”.
A la hora de hacer la tortilla, el vecino de turno abre el gas butano o el propano y ya con las pilas puestas, sale de casa por un único vial donde la señalética también está en huelga. Y es que cuando San Cristóbal se hizo de un solo sentido, la comunidad vecinal reclamó que instalaran la correspondiente indicación.
Sin embargo, la carretera está muda. No habla con el consiguiente peligro que esto supone: “Pasan muchos coches en dirección prohibida”. Separados por una columna de asfalto, los que ponen la lavadora en esta punta del mapa exigen una renovación.

Deslocalizado
Si uno quiere llegar por GPS, no lo consigue. No hay app que sepa de la existencia de San Cristóbal das Viñas y los habitantes apenas reciben visitas: “ES un barrio totalmente tranquilo porque desde hace años, aquí no se puede edificar al considerarlo suelo rústico”.
Los que están llevan estando toda la vida. Ana calcula que la media del barrio está en los 55 años y que tres niños representan al futuro. A los megas que no llegan y al gas natural que no necesita repartidor. Va por el suelo como la fibra óptica que le dará a San Cristóbal das Viñas el ansiado pase hacia la modernidad.

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