Reportaje | Una pequeña parte de un objetivo sincero que disparaba noble sobre la ciudad

Reportaje | Una pequeña parte 
de un objetivo sincero que disparaba noble sobre la ciudad
La exposición se podrá ver hasta el 11 de marzo en la sala de exposiciones del palacio municipal | pedro puig

En su tarea de recuperar del olvido a grandes objetivos de la historia, José Caruncho rescató a uno amable y nada agresivo que hizo clic sobre las distintas clases sociales, con o sin sombrero, tratando a todos por igual y en su condición humana, retrató la historia. Que aparece acotada desde ayer en María Pita entre la segunda República y el franquismo.
La muestra deja ver la parte de un todo, donde el régimen tricolor se nutre con la llegada de Casares Quiroga y la visita de Azaña. Le siguen tres años de conflicto y un apartado donde la religión se apodera del aula. También la mujer en el trabajo va en un aparte. Caruncho llamó al resultado “Illa rota” por eso de que A Coruña ventiló los colores republicanos más que en el resto de Galicia aunque después se aliara al nacionalismo, pero “cuando vinieron los Azaña y Casares Quiroga, las plazas se llenaron”.
Entonces, Cancelo le daba más encuadre al asunto y en las estampas, los coruñeses eran pequeños bultitos negros que aumentaban de tamaño cuando tocaba ir a los toros y Juan se paraba a retratar a las mujeres de la época en calesa.
La exposición, que se podrá ver hasta el 11 de marzo e incluye catálogo, es una señora de los años 20 y un tranvía, el número 4, advirtiendo de que “algo se estaba cociendo”, una familia en los 70 malviviendo o un almacén de retales echando humo. Es la calle de Fernández Latorre sin doble fila y un saludo fascista en María Pita.
Es vida, en definitiva, en blanco y negro. Captada por un hombre del que nadie habla mal, al menos Caruncho no se encontró con un mal comentario acerca de su persona, lo que le hace más grande aún para la historia de una ciudad que hoy le recuerda porque al valor de sus instantáneas se le suma que era sincero y noble. Sus disparos también.

Cuenta José que para recopilar el material contó con la colaboración de su familia, pero que dados los años de trabajo en “La Voz de Galicia”, pero sobre todo, en El Ideal Gallego, “tuvo que extraviarse una gran parte porque fue mucho tiempo fotografiando a la ciudad”.
Una vez consiguió la materia prima y recuperó hasta 80 fotos, que se salvaron del incendio de su estudio, se puso en contacto con el Consello da Cultura Galega, que respaldó la iniciativa.
Así que más allá de los sucesos y la condición de ser uno de los primeros fotoperiodistas gallegos en allanar el trabajo de contar a los redactores, en la exposición se puede ver al Juan Cancelo de actos oficiales, cubriendo las visitas oficiales de los presidentes y de Francisco Franco y cómo de repente todos tuvieron que alzar la mano derecha.
Y a la labor de seleccionar las imágenes, se sumaron los especialistas Emilio Grandío y Antonio López para completar el relato a golpe de textos. De un hombre de bien con cámara al hombro.

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