El papel de la clerecía gallega en la Guerra de Independencia y sus consecuencias

El papel de la clerecía gallega en la Guerra de Independencia y sus consecuencias
El duque de Elchingen y príncipe de la Moscova, Michel Ney

En esta segunda entrega, hablaremos de algunos clérigos de amplia actividad religiosa, política y militar, durante un prolongado periodo en algunos casos, todos con amplia relevancia en la historia de Galicia.

Clérigos
Rafael Méndez Luarca, era un clérigo, natural de Luarca (Asturias), fue obispo de Santander y su figura va unida a la resistencia gallega contra el invasor francés. Primero fue perseguido por los franceses y, más tarde, por los liberales refugiándose en Galicia. Cuando las Cortes se reúnen en Cádiz y declaran abolida la Inquisición en España y sus territorios ultramarinos, toma en consideración que en las misas mayores se de cuenta de la abolición del Santo Oficio, pronunciando rogativas y protestas contra las Cortes, siendo entonces desterrado a tierras gallegas que él ya conocía de cuando era perseguido por los franceses, por haber formado juntas patrióticas y fomentar el alzamiento del pueblo contra su presencia en España. Se refugió en los monasterios benedictinos de Lourenzá y Monfero, lo haría también en el agustino de Pontedeume y en el de los franciscanos de Montefaro. En 1812 la Regencia dio orden de incautar una de sus obras que estaba imprimiendo en A Coruña y la cual contenía duros ataques a la Constitución liberal. Méndez decide exiliarse en Portugal por temor a las represalias y retorna a Galicia cuando el periodo absolutista reina en España.

Méndez Luarca fue perseguido por los franceses por haber formado juntas patrióticas y fomentar el alzamiento del pueblo contra la presencia gala en territorio español

 


Pedro Acuña y Malvar fue también un clérigo nacido en Salcedo (Pontevedra). Acompañó a su tío fray Sebastián Malvar, cuando este es nombrado obispo de Buenos Aires. En el año 1784 y ya en España, será nombrado, provisor y gobernador de la diócesis de Santiago  y, un año después, maestreescuela del cabildo. En 1789 se le nombra sumiller supernumerario de cortina y oratorio, recibiendo la Gran Cruz de Carlos III. En el año 1791, desempeña dicho cargo en Madrid y el monarca le recompensa con el priorato de O’Sar, con una renta que se aproximaba a un millón de reales, ese mismo año entra a formar parte del Consejo de Castilla.


Cuando cae Floridablanca, esta circunstancia no merma su posición, sino todo lo contrario,  Aranda lo encumbra todavía más, de modo que en 1792, es designado secretario de Estado y del despacho de Gracia y Justicia, cargo que desempeña hasta 1794, nombrándole  consejero de Estado, en 1808. Fue perseguido por el pueblo como un amigo íntimo de Godoy, lo que le obligó a huir al país vecino, Francia, de donde regresa poco tiempo después, en 1811. Más tarde fue detenido en Galicia y acusado de llevar acabo actividades contra la Junta del Reino y se le confinó en el castillo de San Antón de A Coruña. Acuña era un simpatizante del modelo absolutista y cuando muere lega una importante biblioteca al cabildo de Santiago, así como una de las más ricas colecciones de tapices a la Catedral compostelana.

Teólogo
Andrés Acuña y Malvar fue un Teólogo, natural de San Martiño de Salcedo (Pontevedra). Era sobrino por línea directa del arzobispo de Santiago, Sebastián Malvar. Acuña se licenció en Teología y se le concede la dignidad de juez arcediano, y, en 1797, es nombrado deán de Santiago, cargo que ejerció hasta su muerte. El teólogo tuvo el honor de presidir y representar al cabildo más rico y más politizado de España, sufriendo también persecuciones y ataques. Durante la invasión francesa fue encarcelado por la negativa del cabildo a pagar la cuota de ocupación, impuesta por orden del generalato francés.


Como consecuencia de su oposición, se le abrió un expediente a su cabildo por los liberales llegados al poder y el jefe político de Galicia, José María Puente, ordena su arresto y encarcelamiento, siendo desterrado a las Islas Canarias en 1821, junto con otras 43 importantes figuras absolutistas. En el momento de su muerte se encuentra en posesión de la Orden de Caballería de Carlos III.


Fray Nicolás Albericia era el Abad de Conxo, en la provincia de Santiago. Se lanzó junto con otros frailes del convento mercedario de aquel lugar a reclutar gentes y organizar guerrillas para luchar contra el invasor francés de Galicia en 1809. Su actuación tuvo lugar en la propia comarca de Santiago, uniendo para ello las feligresías de Conxo, Ames, Bande, Eijo, Figueiras, Laraño, Morrazos y Villastro, en las que tenía potestad de culto, poniéndose todos los paisanos bajo el mando de dicho abad, que hicieron frente a los franceses en varias ocasiones.

Canónigo
Manuel Acuña y Malvar era canónigo natural de Salcedo (Pontevedra). Se trata de un convencido patriota liberal, que luchó contra los franceses. Es quizás uno de los más destacados en la historia política de Galicia en el siglo XIX. En 1789 fue designado como cura en la parroquia de Carreira (Ribeira) y tres años después elegido como canónigo de Santiago. Desde muy temprano se vincula al movimiento intelectual inconformista de Compostela. Cuando es nombrado nuevo arzobispo Murquiz, comienzan los problemas de Malvar. En 1803, el nuevo arzobispo procede contra varios curas los cuales son acusados de defender y propagar las nuevas doctrinas y dentro del grupo el más significativo era el propio Malvar, quién será desterrado a Valladolid, pero en 1809 se encuentra en Sevilla organizando el levantamiento de Galicia contra el invasor francés.


La Suprema Junta, lo enviará a Galicia y le acompañan Murillo y García del Barrio, al objeto de reunir fuerzas y levantar el espíritu combativo del pueblo. Participó de forma activa en la reconquista de Vigo, donde es nombrado gobernador político, cuya participación en la guerra queda recogido en el folleto “Censura e impugnación de los sucesos militares de Galicia en el año de 1809, que ha dado a luz en diciembre de 1811, el coronel D. Manuel García del Barrio”.


También fue redactor de los periódicos liberales La Gaceta Marcial y El Patriota Compostelano, ambos de Santiago, así como de El Ciudadano por la Constitución, que se editaba en A Coruña, siendo por sus ideas perseguido sin miramiento alguno tanto por el Cabildo de Santiago, como por el propio arzobispo Múrquiz o Múzquiz.
Según el propio arzobispo Múrquiz, lo que estaba haciendo Acuña, era escribir la “Historia Militar de Galicia en 1809”  de la cual no se tiene noticia alguna, por lo que la misma debió quedar inconclusa o la Inquisición se incautaría de ella y la pondría a buen recaudo, ya que debía contener algún episodio no grato a ojos del propio arzobispo compostelano, dadas las ideas liberales de Acuña, ante la cerrada defensa del absolutismo que profesaba la mayoría del clero.


Durante las Cortes de Cádiz, Acuña fue el más firme defensor de las leyes liberales y urgió su acatamiento ante las mismas Cortes, denunciando a los que se oponían a su cumplimiento. En 1814 con motivo de la implantación del nuevo del régimen absolutista será perseguido, juzgado y condenado. Se le encierra en el convento de Herbón, junto con  el liberal Muñoz Terrero, y no salieron del citado lugar hasta el triunfo del golpe liberal de Riego en el año 1820.


Para conocer más sobre los religiosos que combatieron a los franceses, se recomienda la lectura de la obra recopilatoria “Diccionario Biográfico de los personajes y hechos de la Guerra de la Independencia en Galicia”.

El papel de la clerecía gallega en la Guerra de Independencia y sus consecuencias

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