Reportaje | El músico coruñés Diego Piñeiro busca apoyos para El Club de Ray Charles

Reportaje | El músico coruñés Diego Piñeiro busca apoyos para El Club de Ray Charles
Diego Piñeiro se encuentra recaudando fondos a través de una plataforma digital

Faltan pocos días para que la plataforma Verkami dé por concluida su campaña de crowdfunding y ya sobrepasa el segundo millar de “europeos”. Necesita 3.500 para meterse en el estudio y hacer realidad uno de sus sueños, el de tener una caja que contenga canciones. Ya tiene una, pero aspira a juntar en la segunda todo lo que cocina por dentro como cuando tenía 16 años y dejó de comer pipas para juntar nueve pagas y comprarse una guitarra.

El mismo impulso llevó a Diego Piñeiro a agarrar un libro de teoría para aprender a tocarla. Al poco tiempo, peinaba uno a uno los temas del álbum “Nevermind” de Nirvana sin más ayuda que sus manos. Esas que después le hicieron formar un grupo, Ekilibrio, con el que llegó a sonar en Rock FM y recibió hasta 100.000 visitas en Myspace.

Más tarde se alió a las versiones atendiendo a la demanda y a los acordes de un Fito con boina, que incluso lo invitó a él y a los suyos a las pruebas de sonido previas a su directo en el Coliseo.

Así es que con Los Frikipaldis se recorrió la escena local durante años para acabar siendo uno solo Diego Frikipaldi y converger en El Club de Ray Charles, que es como llama a su nuevo proyecto. Con un homenaje al rock and roll de los 50, él y Xixo Díaz, su productor, le ponen nombre a lo que mastican desde hace tiempo.

Su sitio
Después de “Preparado para malvivir felizmente en el rock”, que sufragó con la indemnización que le dieron en la empresa donde trabajó durante diez años, regresa porque aquí es donde está su sitio: “Me encuentro con la felicidad haciendo lo que más me gusta, que es interpretar mis canciones”. De Xixo Díaz cuenta que es un genio de la música, aparte de ser multiinstrumentista y un virtuoso a la guitarra: “Es una persona que siente cada canción como suya”.

A Diego Piñeiro, la inspiración le viene en castellano. Sus letras hablan de experiencias de la vida, “lo que me pasa o cómo me siento”. En Cecebre y en la China popular porque hace 20 años que lleva carretando a su amiga de cuerdas a la espalda y nunca ha dejado de estudiarla: “Esto no se acaba nunca”. Con 37 primaveras, tiene claro lo que quiere. En estos momentos, solo caben partituras propias en su mochila.

Por eso, el reto es mucho más que la grabación del álbum. Es la confirmación de otra etapa. Mientras, se junta con su hermano y forman Los Piñeiros para cantar en los bares temas que endulzan los oídos. Todo el mundo los conoce. Además de tocar en locales, también vende discos y da clases de guitarra. Con eso va sacando para seguir encima del escenario. Su hábitat natural. l

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