Las máquinas de la Aemet que le aguantan la mirada a Lorenzo

Las máquinas de la Aemet que le aguantan la mirada a Lorenzo
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El lunes fue, para muchos, el primer día auténtico de verano.  Para los meteorólogos, también, aunque ellos no midan el fenómeno por la afluencia de bañistas a las playas, sino más bien por la cantidad de radiación solar. A mediodía del lunes se recogieron casi un millar de watios por metro cuadrado en la ciudad, prácticamente lo mismo que un día de verano cualquiera en radiación global (suma de la directa como la difusa). “En verano subirá más, mientras sigan creciendo los días, pero es una cantidad realmente importante, muy significativa”, comentó el delegado de la Aemet en Galicia, Francisco Infante. 


El índice ultravioleta, en el que está incluida la severidad de esta radiación, el valor estaba entre 8 y 9 a mediodía. “Que también es un valor muy alto”, añadió. Para hacerse una idea, un día de invierno, el valor del índice ultravioleta es de 4 o 5. Pero en esta época del año, el sol está más alto y la radiación es mayor. “Con cielo completamente despejado, en las horas centrales del día estamos como en verano”, explica Infante. 
 

Ultravioleta 
La mayor parte de la radiación solar llega a la tierra en forma de luz de longitud de onda visible, la que nos permite ver. Luego está el infrarrojo (que es calor), que no se pueden ver pero si medir –con sensores que captan las variaciones de temperatura– y, por fin, está la ultravioleta, “que nos pone morenos pero también nos quema, y si no hubiera capa de ozono nos mataría, directamente”. Es decir, no existiría la vida en la tierra, aunque quizá sí en el mar. 


Se suele relacionar a los meteorólogos con el viento y la lluvia, y no tanto con el sol, que el propio delegado de AEMET reconoce que se tiene más en cuenta la radiación en climatología, que estudia la evolución del tiempo a una escala global debido al balance de la energía: la tierra absorbe la radiación solar y luego lo emite en forma de calor. Si ese balance se rompe, causa variaciones en las temperaturas y eso provoca un cambio climático. 


Por eso, en el tejado de la sede coruñesa de Aemet se hallan instalados varios radiómetros que siguen al sol en su recorrido por el cielo. “Tenemos diversos equipos, todos son radiómetros, automáticos y preciosos. Uno mide la radiación directa, la que llega del sol, y otra la difusa, la que se dispersa al llegar a la atmósfera, cuando las ondeas electromagnéticas se dispersas, y la radiación global que es la suma de las dos. Otro equipo mide la infrarroja y espectrofotómetro mide radiación ultravioleta y obtiene la cantidad de ozono en toda la columna del aire, tanto el bueno o estratosférico, como el malo, el troposférico. Otro aparato detecta las partículas microscópicas en la atmósfera, como la contaminación, contemplada como aerosol.


Ninguna de estas máquinas indica cuándo es el momento de aplicarse protección solar. Pero cuanto antes, mejor.

Las máquinas de la Aemet que le aguantan la mirada a Lorenzo

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