Reportaje | Gustavo Dudamel comparte el lado más divertido de la música con 186 pequeños artistas

Todos esperaban el momento en que Gustavo Dudamel entró por el gimnasio del colegio y Diego Zecharies les hizo la señal con la batuta. Entonces, los 186 niños del programa ReSuena que patrocina Abanca hicieron sonar a sus compañeros, los de cuerda, viento y percusión, y de los que no se despegan desde que empezó el curso. 
Ayer tocó despedirse de los instrumentos durante un tiempo, pero antes le enseñaron al director  que el pasado 1 de enero se subió al escenario del Musikverein vienés lo que aprendieron, que no es poco. Como era día de fiesta, los pequeños de cinco a doce años eligieron para la ocasión un tema como “Chamambo”, de Manuel Artés, para darle la bienvenida. Así es que tras una primera versión, hubo una segunda, esta vez dirigida por el propio Dudamel, que les animó a seguir en la música divirtiéndose, que es la principal premisa: “Suena maravilloso, ¿les gusta la fiesta?”, les preguntó el maestro. 
Ellos, enfundados en camisetas del proyecto social promovido por la entidad bancaria, respondieron tímidos que “sí” y Noa levantó la mano a la cuestión de quién era la más pequeña. A un lado, el coro de manos blancas puso notas de color a una mañana, en la que también se escuchó el “Himno de la alegría”, de Beethoven. No solo lo interpretaron, también lo cantaron a golpe de “nananá” y lo bailaron, dejándose llevar para un lado y para el otro porque “todos juntos somos un montón, si nosotros lo sabemos, Gustavo también desde que tenía vuestra edad”, les explicó el profesor. 

Personalidades
Entre los espectadores, el director de Abanca, Juan Carlos Scotet; el director general de Responsabilidad Social Corporativa y Comunicación, Miguel Ángel Scotet; y el gerente de la OSG, Andrés Lacasa, estuvieron atentos a un miniconcierto en el CEIP Alborada de Elviña, que llevó al maestro en volandas hasta Santiago, donde dirigirá hoy en la plaza del Obradoiro a la Sinfónica en la novena sinfonía de Beethoven. 
El directo, organizado también por Abanca, será el broche final de una visita, que hizo viajar a Dudamel a su infancia, cuando formó parte de El Sistema, el programa venezolano de orquestas y coros que le permitió brillar como músico y director: “Tienen que creer en lo que hacen y trabajar fuertemente para ello. Para mí no hay nada más divertido que hacer música” y aunque “ya no tengo la opción de tocar, sí me siento dentro de la orquesta”. Dudamel les les contó a los chavales que más allá de la técnica y las estructuras, están otras cosas que remueven el estómago como “producir un sonido en medio de un montón de sonidos” y que de repente se multiplique por 186 y el gimnasio, donde saltan y corren cuando toca clase de Educación Física, retumbe pero de emoción. 
Es por eso que el propio artista se llevó este modelo de democratizar la música a países tan dispares como Estados Unidos o Suecia y ayer estuvo en la ciudad para predicar con el ejemplo. l