Reportaje | Una galería de arte potencial en la que solo se descubren algunas pinceladas

Reportaje | Una galería de arte potencial en la que solo se descubren algunas pinceladas

La técnica del grafiti no solo sirve para manchar ni mucho menos. Más allá de las pintadas con las firmas que aparecen en algunas paredes e, incluso, algunos escaparates del entorno de la calle del Orzán, en cada pulverización del spray puede estar una obra de arte en potencia.
Al lado de San Andrés, en pleno centro, hay mucho dibujo residual pero al mismo tiempo se puede encontrar una galería con murales hechos en técnica grafiti de manera totalmente legal. Destaca, por ejemplo, la imagen de unos barcos o un fotograma de una reconocida película en el portón de un garaje. También hay muros restaurados a base de pintura en bote o monstruos que lejos de asustar a turistas y coruñeses, gustan por su originalidad. 
Espacios artísticos como la galería Monty4 intentaron, en su día, fomentar este tipo de arte pero la falta de apoyo no permitió que la iniciativa se prolongase en el tiempo. Y eso ocurrió a pesar de que en A Coruña hay una gran cantera de lo que ellos mismos llaman muralismo. 
Uno de los principales exponentes de este tipo de expresiones artísticas es Erre, que destaca que la diferencia entre una pintura y un mural profesional “es la calidad”, porque una firma solo “guarrea” determinadas zonas. 
Unos pagan la mala fama de otros pero en realidad hay profesionales a los que se puede contratar para que pinten algo realmente bonito o destacado en un muro o en una pared y, en general, ese trabajo será respetado por otros grafiteros. De hecho, sin ir más lejos, Erre reconoce haber trabajado en ese tipo de “limpieza”, por así llamarla. 
“Me contratan para que dibuje encima de las firmas”, añade, y en general esa creación se conserva. Lo malo es que hay una corriente que está entrando desde Madrid que abandona ese código de honor que todavía sigue vivo. 
Lanzar un evento
A los muralistas les gustaría que el Ayuntamiento de A Coruña siguiese la estela de los de Cambre, Ordes o Carballo y apostase por hacer festivales para decorar zonas denostadas del municipio.
Además, desde ciertas vertientes del sector se quejan de que se estén trayendo grafiteros y pintores de fuera, cuando hay “gente profesional” en casa. Por ello, hablan de la posibilidad de seguir el ritmo que marcan localidades madrileñas como Malasaña y Lavapiés, en donde se decoran los locales como se podría hacer “perfectamente en el Orzán”. l

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