Reportaje | El estudio Ledicia retrata a una raza de pantalón corto y sonrisa en la cara

Reportaje | El estudio Ledicia retrata a una raza de pantalón corto y sonrisa en la cara
Los retratos dejan ver la piel curtida de estos trabajadores | dani lópez

Será su primera exposición y seguramente la más sentida porque cada clic es un disparo al corazón de un equipo, fotógrafo y productor, que pasea el nombre Ledicia por el mundo y que se detuvo en el ying y el yang, que es lo mismo que atravesar A Pasaxe y ver a las mariscadoras en la arena a un lado y volver al frente para continuar por una carretera aliada con el feísmo: “La hicimos porque quisimos, por cabezonería y porque lo primero que ves cuando pasas el puente es una estampa preciosa. Después te cruzas con el puticlub y el abandono”. Ellas son parte fija del paisaje tanto que Dani dice que “no nos damos cuenta de que están”. Por eso, se encargarán de recordarlo en Monty donde sus fotografías aparcarán durante un mes en blanco negro.
Con ellas, entrará el dramatismo porque aunque nadie lo invitó a la fiesta visual, forma parte de las caras de los que se desloman a diario, igual que el frío, que se cuela sobre el papel: “Son gente curtida, que se mete en el agua hasta la cintura, algunos con más de 65 años. Van en pantalón corto y con una sonrisa en la cara”.

Aunque las instantáneas hablan, Ledicia quiere ponerles el micro a los mariscadores. De ahí que en la presentación algunos dejarán la arena para contar lo que viven. Además de la vista y el oído, la inauguración tendrá gusto, el que se activó cuando Carmen, una de las retratadas, les preparó en casa sus almejas a la marinera: “Quiero que ella venga, estoy llamándola pero debe haber marea”. Así que saltearán las imágenes con los ingredientes de la receta y el grupo Macô pondrá ritmo brasileiro a la velada, funky y reggae para un lanzamiento, el de Ledicia, que se estrena con una muestra que es país, tradición gallega: “Hablan de Galicia y de lo importante que es su trabajo y la extracción a mano del material”.
“No me toques la almeja” es un homenaje a este patrimonio con piernas que peina las rías: “La gente de aquí no lo aprecia, pero las diez o 15 veces que los fuimos a fotografiar vimos cómo los extranjeros se paraban a preguntarles cosas”. Porque “no sabemos su valor y no nos gusta mojarnos”, el estudio saca a remojo a la belleza para que transmita mensajes. Dani López y Brais Piñeiro tienen por delante muchas cosas que decir sin palabras.

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