Reportaje | Los coruñeses aceptan, de forma masiva, el desafío propuesto por los bomberos

Reportaje | Los coruñeses aceptan, de forma masiva, el desafío propuesto por los bomberos

“Rendirse no es una opción”. Se lo decía ayer un voluntario a uno de los 500 valientes que se atrevieron con el Desafío Bomberos nada más acceder al parque de Bens. “No puedo, no puedo”, aseguraba el corredor cuando le tocó enfrentarse a los neumáticos, esos que había que subir y bajar a la velocidad del rayo para conseguir un buen tiempo en meta. Al final pudo, como la gran mayoría de los coruñeses que no se perdieron una de las pruebas más divertidas a la par que duras, del calendario deportivo de la ciudad.


Cierto es que no se trataba de una maratón, pero el sol y el calor no perdonaron ni a los competidores que se pusieron a subir en zig-zag la ladera del monte en la primera tanda de la mañana. Para poner más tensión los que habían pensado las pruebas eran los bomberos, que gozan de un fondo físico al alcance de pocos.


Rubén Prado, uno de los miembros de la Asociación de Bomberos que organizó el evento por segundo año consecutivo, reconocía que el día no era bueno, o al menos no para correr y saltar pequeños fuegos, impulsarse sobre el remolque de un camión o superar muros y escaleras de diferentes alturas con ocho kilómetros de carrera de por medio. Pese a todo un speaker jaleaba a los saltadores de obstáculos desde lo alto de la “Blanca Quiroga” y, al menos, eso daba algunos ánimos.


A los bomberos también se los dio que de los 380 dorsales repartidos en 2016, se pasase al medio millar. Aunque esperaban más corredores, la coincidencia con otras pruebas no lo permitió. A los que sí se aventuraron los 35 imprevistos colocados por todo el circuito les valieron para superarse a sí mismos, y a los bomberos para recaudar los fondos que les permitirán viajar a Los Ángeles para participar en las olimpiadas de bomberos y policías. En agosto esperan ser capaces de "revalidar el título de campeones de 2013 en carrera de escaleras".


También ayer se celebró, en el camino perimetral de la pista de Alvedro, la primera carrera en el interior de un aeropuerto gallego. Los 91 inscritos, que fueron trasladados al punto de salida en un autobús antes de que partiera un Air Europa, aportaron fondos para la ONG Tierra de Hombres al tiempo que lucharon por vivir la pista del aeródromo desde una perspectiva muy diferente.

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